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Historia de la ciencia en la Argentina

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Tabla de contenidos

[editar] Período colonial

El período colonial en la Argentina no tiene prácticamente actividad científica alguna. Solo pueden señalarse aquellas publicaciones y observaciones aportadas por viajeros, misioneros y cronistas sobre ciencias naturales y etnografía, cierta preocupación colectiva por la difusión de la enseñanza y un incipiente ambiente científico en los albores del siglo XIX que desaparecen con el absolutismo político y las invasiones inglesas.

[editar] Primeros trabajos científicos

Las primeras manifestaciones culturales y científicas en el actual territorio argentino se deben a las órdenes religiosas, en especial la de los jesuitas, que en el siglo XVII fundó la primera universidad en Córdoba, que dictaba enseñanza en arte, teología y, a fines del siglo XVIII, jurisprudencia.

Ellos también fundaron nuevamente en Córdoba y en 1687 el Colegio de Monserrat. En su afán evangelizador realizaron expediciones exploratorias de importancia geográfica durante los siglos XVII y XVIII. Se les deben también los primeros trabajos etnográficos y los primeros diccionarios y gramáticas de las lenguas araucana, guaraní y toba.

Además fueron los constructores de la primer imprenta que funcionó en el país, la cual era manejada por los nativos que vivían en sus reducciones. El primer libro que se imprimió en ella data de 1700. También de ellos fue la segunda imprenta, que funcionó en el mencionado Colegio de Monserrat, con impresos de 1766. Esta imprenta dejó de funcionar en 1781 debido a la expulsión de la orden, pero reaparece en Buenos Aires en 1781 como Real Imprenta de los Niños Expósitos y fue durante más de 30 años la única imprenta del país. Pocos fueron los trabajos de relevancia científica impresos por los jesuitas. Algunos de ellos fueron Los candelarios y las Tablas astronómicas del padre Buenaventura Suárez que realizó las primeras observaciones astronómicas en 1706, publicando en 1744 su trabajo Lunario de un Siglo.

Alejandro Malaspina, realizó una importante expedición científica en las costas de Argentina
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Alejandro Malaspina, realizó una importante expedición científica en las costas de Argentina

En 1787 el fraile dominico Manuel Torres desentierra del río Luján el primer esqueleto completo de megaterio. Después de dibujarlo lo envía a Madrid donde fue estudiado entre otros por Georges Cuvier.

La más importante expedición científica a las costas argentina fue la llamada expedición Malaspina en 1789, llamada así por ser propuesta y comandada por el italiano Alejandro Malaspina. Esta expedición realizó trabajos hidrográficos, reunió material para el Jardín Botánico de España e investigó la historia y geografía de la zona. El húngaro Tadeo Haenke fue parte de ella, aunque por momentos se apartó y siguió un derrotero por tierra atravesando el actual territorio argentino. Resultado de esta incursión fue la extensa obra Descripción del Perú, Buenos Aires, con los resultados de sus estudios. Haenke colaboraría luego con el Telégrafo Mercantil de Buenos Aires (1801-1802).

[editar] El virreinato

En 1776 se crea el Virreinato del Río de La Plata y su segundo virrey Vértiz (1778-1783) toma entonces medidas para modificar la atmósfera cultural de la colonia. En esta época también influye la penetración de las ideas iluministas de Europa traídas principalmente por los jóvenes criollos que iban a estudiar a España. Por otra parte la expulsión de los jesuitas en 1767 contribuyó a la difusión de las nuevas ideas ya que esa orden monopolizaba la educación y era una celosa guardiana de las concepciones que las nuevas ideas combatían. El Real Colegio Convictorio de San Carlos fundado en Buenos Aires en 1783 por Vértiz fue una institución surgida por obra de las nuevas corrientes, como así también el Protomedicato del Río de la Plata creado en 1779. Este último se encargaba del arte de curar y de formar y enseñar a profesionales. Dependía de España y su primer protomédico fue el irlandés Miguel O’Gorman. En 1793 se facultó a la institución para organizar estudios médicos gracias a lo cual nació, en 1801 la primera escuela de medicina cuyos estudios seguían un plan similar al de la Universidad de Edimburgo. Con estos cursos asomó una figura prócer de la medicina argentina: Cosme Argerich ,que fue secretario del Protomedicato.

Manuel Belgrano, propulsó las ciencias por medio del Consulado
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Manuel Belgrano, propulsó las ciencias por medio del Consulado

Un importante propulsor de la matemática fue Manuel Belgrano. Como secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires creó una «Escuela de geometría, arquitectura, perspectiva y toda especie de dibujo», que unió su destino al de la Escuela de Náutica, creada en 1799 también por el Consulado con asesoramiento del marino español Félix de Azara. El objetivo de la academia no era sólo formar pilotos sino también proporcionar la enseñanza de las principales ramas de las matemáticas. Éstas, hasta ese entonces, solo tenían una función práctica y su desarrollo se limitaba a la concreción de simples estudios informales. Belgrano realizó esfuerzos para fomentar el estudio de las ellas de manera sistemática. Gracias a la academia llegan a nuestro país destacados matemáticos como Carlos O´Donnell, Pedro Cerviño y Juan Alsina. Pero esta escuela no tuvo larga vida pues sufrió daños durante las invasiones inglesas y la corona la clausuró en 1806 por considerarla «mero lujo».

En cuanto a Félix de Azara, este emprendió una serie de viajes en misión oficial por la región del virreinato publicando las descripciones biológicas de las especies vertebradas conocidas y dándoles nombres vulgares en español o en guaraní. Mientras que en su Voyage dans l’Amerique meridionale (1809) se ocupa de los insectos, peces, reptiles, «vegetales silvestres», «de cultivo» y «sales minerales».

Con respecto al periodismo, además del citado Telégrafo Mercantil clausurado por el virrey en 1802, aparece en ese mismo año el segundo periódico, Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, dirigido por Hipólito Vieytes y que deja de aparecer con la segunda invasión inglesa en 1807. Este semanario trataba temas vinculados con ciencia aplicada, en especial de agricultura. Así se publicaron lecciones científicas de química, memorias de mineralogía, lecciones de agricultura mediante preguntas y respuestas, temas acerca de la vacunación antivariolosa (de la cual el periódico fue un entusiasta propulsor) , una entusiasta descripción de los certámenes públicos en la Academia de Náutica, así como una serie de memorias, recetas, noticias y misceláneas referentes a cuestiones particulares.

El tercer y último periódico de la colonia fue el Correo de Comercio de Manuel Belgrano, iniciado en marzo de 1810. Este pretendió ser un periódico que sirviera de ilustración en un país donde escaseaban los libros, como decía en su primer número. El Correo murió al año de vida, cuando Mariano Moreno ya había creado la Gaceta de Buenos Aires, pero contribuyó al despertar revolucionario.

[editar] La Independencia

Las instituciones vinculadas con la enseñanza y con los estudios matemáticos y médicos que se habían creado durante el virreinato languidecieron durante la primera década del siglo XIX debido a los acontecimientos políticos y militares. Pero a partir de la Revolución de Mayo se advierten claras intenciones de un decidido apoyo y protección a las ciencias.

Bernardino Rivadavia impulsó la creación de la Universidad de Buenos Aires en 1821 y gestionó la llegada al país de muchos científicos europeos
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Bernardino Rivadavia impulsó la creación de la Universidad de Buenos Aires en 1821 y gestionó la llegada al país de muchos científicos europeos

Así, gracias en especial a Bernardino Rivadavia, se inicia una nueva etapa con la creación de la Universidad de Buenos Aires. Aunque efímera, esta etapa fue la más brillante durante la primera mitad del siglo XIX.

[editar] Primeros años

Hasta la creación de la Universidad de Buenos Aires los estudios científicos no mejoraron. Merece solo destacarse la breve actuación de Juan Crisóstomo Lafinur que obtiene en 1819, por oposición pública, la cátedra de filosofía (que en aquel entonces incluía la física) en el mencionado Colegio de San Carlos, ahora llamado Unión del Sud, pero que debe abandonarla al año por la reacción que provocó su enseñanza. Vestido sin la clásica sotana secularizó el aula y los fundamentos de la enseñanza. En sus cursos difundió las ideas de Galileo Galilei, Isaac Newton y René Descartes dejando de lado lo religioso.

En cuanto a los estudios matemáticos estos tendieron a la formación de artilleros y militares, necesarios para la revolución independentista. En 1810 Belgrano, como vocal de la Junta de gobierno, instaló una escuela de matemática costeada por el Consulado con esa finalidad, pero debido a que su director apareció complicado en la denominada conspiración de Álzaga cerró en 1812. Belgrano también estableció una escuela similar en Tucumán. El Directorio trató de restablecer los estudios matemáticos en Buenos Aires fundando en 1816 la Academia de Matemáticas, que se incorporó a la Universidad en 1821. La academia fue dirigida por destacados directores como el científico mejicano José Lanz traído por Bernardino Rivadavia, o quien lo suplantó: el español Felipe Senillosa, que había llegado a Buenos Aires en 1815 y había tenido una destacada actuación como periodista, escritor, profesor y topógrafo. En 1818 hizo conocer un breve tratado de aritmética elemental y en 1825 un importante trabajo de índole metodológica: Programa de un curso de geometría, que evidencia los progresos que se habían realizado en materia de la enseñanza matemática. En 1824 fue designado miembro de la Comisión Topográfica y luego del Departamento Topográfico, del cual fue presidente. En esos cargos realizó trabajos en el sur de la provincia de Buenos Aires para fijar una nueva línea de frontera y estableció experimentalmente la comparación de la vara con el metro en 1 vara = 866 mm. Publicó en 1835 el opúsculo Memoria sobre las pesas y medidas.

En cuanto a los estudios médicos estos se organizaron más tarde que los matemáticos. Los cursos del Protomedicato que habían desaparecido en 1812 fueron restablecidos en 1815 con la creación del Instituto médico-militar que dirigió Cosme Argerich y funcionó precariamente hasta 1821, año a partir del cual pasaron a depender de la Universidad de Buenos Aires. Este instituto estaba vinculado con el naturalista francés Aimé Bonpland, conocido en el país como Amado. Había llegado por sugerencia de Rivadavia a Buenos Aires en 1817 donde ejerció la profesión de médico, colaboró en periódicos y realizó varias expediciones científicas. Debido a las luchas políticas no logró establecer un museo y un jardín botánico que proyectaba, de manera que se instaló en las misiones del Paraguay donde estuvo preso por diez años por orden del tirano López. Volvió a la Argentina para de establecerse por unos años en la actual Misiones y luego radicarse en Corrientes. Reanudaría sus actividades científicas y volvería a recorrer el país pero para volver a Corrientes donde, según sus palabras con motivo encargársele la organización de un museo, «debo atenciones sin número».

En 1810 Mariano Moreno propulsa la creación de una Casa de Libros en Buenos Aires que se abre en 1812 gracias al apoyo de Rivadavia que era en ese entonces secretario del Triunvirato. Rivadavia creó varias escuelas, proyectó la confección de un plano topográfico de la provincia de Buenos Aires y la formación de un museo de historia natural, que recién comenzó a funcionar en 1823.

En 1815 Manuel Antonio Castro funda una academia de jurisprudencia para que se formen abogados.

[editar] Universidad de Buenos Aires

El 12 de agosto de 1821 se inauguró oficialmente la Universidad de Buenos Aires. En ella no sólo se buscó hacer ciencia y de una manera organizada. Esto se logró en forma efímera gracias a un primer impulso de Rivadavia. Al inaugurarse ya tenía rector, el doctor Antonio Sáenz, y sus trabajos estaban ya tan adelantados que al día siguiente ya pudo conferir cinco grados de medicina y uno de derecho. En sus comienzos incorporó las instituciones docentes que ya existían: los cursos de matemática dependientes del consulado, los del Instituto médico-militar y los del colegio de la Unión. También asumió la parte teórica de la Academia de jurisprudencia y se hizo cargo de la enseñanza primaria.

En 1822 sus Departamentos eran los de:

  • Primeras letras: en el se incorporaban las 16 escuelas primarias de la ciudad y alrededores. Se establecía como obligatorio el sistema de Lancaster. En 1828 este Departamento se separó de la Universidad.
  • Estudios preparatorios: en el se enseñaba latín, idiomas vivos, filosofía, economía política (trasladada en 1823 al Departamento de Jurisprudencia) y ciencias físico-matemáticas.
  • Ciencias Exactas: con cátedras de dibujo, química general, geometría descriptiva, cálculo y mecánica, física experimental y astronomía. Sin embargo todo se redujo finalmente a dibujo dibujo y geometría.
  • Medicina: con cátedras de instituciones médicas, quirúrgicas, y de clínica médica y quirúrgica.
  • Jurisprudencia: con cátedras de derecho civil y natural, y de gentes y en 1823, de economía política.
  • Ciencias sagradas: su funcionamiento comenzó en 1824 sobre la base de los cursos del Colegio de estudios eclesiásticos.

Las clases de matemática se dictaron tanto en el Departamento de Ciencias Exactas y como en el de Estudios Preparatorios. De esta última cátedra estuvieron a su cargo Avelino Díaz, discípulo de Lanz, y Senillosa, que se destacó como profesor y estudioso, y cuyos textos de enseñanza fueron utilizados durante mucho tiempo en la Universidad.

Las clases de física en el Departamento de estudios preparatorios fueron en sus inicios dictadas por Díaz. En 1823 se adquiere un laboratorio y una sala para los cursos de física experimental.

La cátedra de materia médica y farmacia y la de física experimental creada en 1827 fueron desempeñadas por el médico italiano Pedro Carta Molino, que llegó expatriado desde su país y fue contratado en Inglaterra por Rivadavia. Fue muy entusiasta en su trabajo y muy agradecido a Rivadavia, razón por la cual renunció a la caída del mismo.

El Convento de Santo Domingo, primer Observatorio Meteorológico y Astronómico de la Argentina.
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El Convento de Santo Domingo, primer Observatorio Meteorológico y Astronómico de la Argentina.

Le sucedió el astrónomo Fabricio Mossotti, también italiano y que había abandonado su país por motivos políticos. Se le llamó para instalar un observatorio astronómico. Fue, junto con Bonpland, el más importante formador de científicos de la Argentina de la primera mitad del siglo XIX. Mossoti instaló un pequeño observatorio en el convento de Santo Domingo, junto con un gabinete meteorológico. Allí mismo instaló un aula de física experimental donde dictó cátedra entre 1828 y 1834, fecha en que se volvió a su país dejando la cátedra vacante por veinte años. Lamentablemente lo ajeno del país a lo científico hizo que se perdieran la mayoría de sus registros meteorológicos, algunos de los cuales fueron utilizados por Humboldt y terminaron en el Instituto de Francia, y los registros astronómicos. Sus observaciones sobre un eclipse de sol y sobre el cometa Encke fueron publicadas por la Real Sociedad Astronómica de Londres.

La cátedra de química fue iniciada en 1823 por Manuel Moreno quien renunció en 1828.

En el Convento de Santo Domingo se instalaron, al crearse el Museo Público de Buenos Aires en 1823, un gabinete de historia natural. En 1833 el Museo contenía 800 piezas del reino animal, 1500 del mineral y un número desconocido del vegetal. También existía una colección numismática de más de 1500 piezas. El encargado del museo fue un ayudante de Carta, el italiano Carlos Ferraris. Con el retiro de ambos el museo cayó en el olvido no volviendo a resurgir por casi 30 años.

En el Departamento de medicina los cursos estuvieron a cargo de los doctores Francisco de Paula Rivero y Francisco Cosme Argerich. En 1822 se creó la Academia de Medicina, que reunió a destacados facultativos nacionales y extranjeros, y que en 1823 publicó el primer volumen de sus Anales, iniciando la prensa periódica científica.

Los primeros profesores de estudios jurídicos fueron el rector de la Universidad, Antonio Sáenz, en derecho natural y de gentes, y Pedro Antonio Somellera en derecho civil. En 1823 se incorporó al Departamento de Jurisprudencia la economía política. Esta materia fue dictada en 1824 por Pedro J. Agrelo y a partir de 1826 por Dalmacio Vélez Sársfield. Este curso seguía la teoría de James Mill publicada en Elementos de economía, traducido en 1823 en Buenos Aires, y en la parte práctica enseñaba la aplicación de los principios a la economía doméstica, a la comercial y social, y a la estadística y administración de la hacienda pública. También se incorporó al Departamento de Jurisprudencia en 1826 la cátedra de Derecho público eclesiástico, cuyo primer profesor fue el presbítero Eusebio Agüero.

[editar] La época de Rosas

El estado de la enseñanza en el país fue desastroso en esta época. En muy pocas provincias se realizaron esfuerzos por mantener las instituciones creadas por Rivadavia. Sólo Urquiza se preocupó por crear instituciones destacables, como el Colegio de Concepción del Uruguay en 1849 que más tarde se llamaría Histórico Colegio del Uruguay. Las actividades científicas decaen y por más de 20 años sólo se producen algunas aisladas manifestaciones en historia, sociología y ciencias naturales.

Durante la época de Rosas la enseñanza y las actividades científicas declinaron.
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Durante la época de Rosas la enseñanza y las actividades científicas declinaron.

En 1838 se suprime en Buenos Aires la enseñanza gratuita y los sueldos de los profesores universitarios. Si la Universidad no cierra sus puertas fue gracias a que algunos profesores continuaron enseñando, pese a todo. Sin embargo el número de alumnos disminuyó considerablemente. Las cátedras de Medicina y Jurisprudencia casi no contaban con profesores y el Departamento de Ciencias Exactas de hecho desapareció. En Córdoba la Universidad entró en franca decadencia.

Los jóvenes que constituyeron lo que se llamó «la generación de 1837» se agrupan secretamente en la Asociación de la Joven Argentina ,1838, organizados por Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría. Este último propone el programa de la agrupación, en colaboración con Alberdi, en el Código o declaración de principios que constituyen la creencia social de la República Argentina. Este aparece publicado en 1839 en Montevideo, Uruguay, durante el exilio de Echeverría en ese país, con el título de Dogma socialista de la Asociación de Mayo, precedido de una ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 37. De aquí en más se conocerá como Asociación de Mayo a la agrupación de jóvenes y Dogma Socialista a su ideario. El dogma puede considerarse el primer estudio sociológico de la Argentina, es un análisis de la experiencia histórica y de la vida social argentina basado en las palabras «Mayo, Progreso, Democracia». Las ideas de la asociación se esparcieron por el país y unió a los proscriptos.

En cuanto a Juan Bautista Alberdi fue fundamentalmente un jurista y sociólogo que también se ocupó de cuestiones históricas y económicas. En 1837 publica su primera obra destacada, llamada Fragmento preliminar al estudio del Derecho, que fuera su tesis doctoral en Buenos Aires y que se considera el inicio de la corriente historicista de la literatura jurídica argentina.

Entre 1838 y 1843 residió en Montevideo donde trabajó como abogado y periodista. En 1843 se trasladó a Europa por un breve período y regresó ese mismo año a América instalándose en Valparaíso, Chile, donde ejerció como abogado y ganó enorme prestigio. Publicó en Chile la reválida de su tesis doctoral, que llevó por título Sobre la conveniencia y objetos de un Congreso General Americano. Allí expone la idea de una unión americana por medio de herramientas tales como una unión aduanera.

También publica otras obras sobre temas jurídicos y trabaja también como periodista bajo el seudónimo de Figarillo.

En 1852, luego de la batalla de Caseros que pone fin al régimen rosista, concluye su obra de mayor influencia en el constitucionalismo argentino y americano: Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, tratado de derecho público que constituiría una de las principales fuentes de la Constitución de la Nación Argentina de 1853, al punto que en su segunda edición llevaría un borrador de la constitución utilizado por los constituyentes. En 1853 publicó un tratado complementario de Bases llamado Elementos de derecho público provincial argentino.

En esta época Domingo Faustino Sarmiento promovió el progreso de la ciencia a través de una prédica constante a favor de la enseñanza y la creación de instituciones. Publicó, entre otros, Facundo (1945), que es una descripción de la vida social y política del país, donde intentó dar una explicación sociológica del país fundada en el conflicto entre «civilización y barbarie», personificadas en lo urbano y lo rural respectivamente.

Pedro de Ángelis, italiano que llegó a la Argentina gracias a Rivadavia, editó la Colección de obras y documentos, que describe la parte histórica correspondiente al período colonial y transformó la naturaleza de los conocimientos históricos. Dedicado a la enseñanza privada y al periodismo sirvió primero a Rivadavia y luego a Rosas. Su labor histórica comprende varias biografías y la Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Rio de la Plata, un intento serio de construcción científica fundada en fuentes depuradas críticamente. Algunas otras de sus obras fueron: Documentos relativos al Chaco y provincia de Tarija y Memoria histórica sobre los derechos de soberanía y dominio de la Confederación Argentina a la parte austral del continente americano (1852).

En esta época de Rosas Francisco Javier Muñiz inicia los primeros trabajos en paleontología argentina. De formación médica, llegó a ser decano de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. En 1832 le había sido conferido el grado de socio en la Real Sociedad Jenneriana de Londres por sus estudios sobre la vacuna. En Chascomús en 1825, y sobre todo en Luján entre 1828 y 1848, realizó una fructífera tarea removiendo y sacando a luz mamíferos fósiles, muchos de ellos desconocidos hasta el momento. Donó ese material a Rosas que a su vez lo regaló a un almirante francés yendo las pieza a parar a París y Londres. Luego amplió la colección de fósiles del Museo de Buenos Aires, entre ellos con su más importante descubrimientos el Tigre fósil. Sus más destacados trabajos escritos son una monografía sobre los hábitos del ñandú o avestruz americano en la que además describe la vida del gaucho, y sus Apuntes topográficos del territorio y adyacencias del Departamento del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Pero sus obras pasarían inadvertidas dada el escasa importancia que se le daba a la ciencia.

En cuanto a viajes científicos de esta época, los dos más importantes fueron el de Alcides D’Orbigny y el de Charles Darwin. D’Orbigny visitó las regiones del Litoral, Corrientes, las antiguas Misiones y la Patagonia. Darwin estuvo dos veces en territorio argentino: En 1833 después de haber navegado por las zonas australes con el Beagle se dirigió por la vía terrestre a Buenos Aires y luego a la provincia de Santa Fe para regresar por el río Paraná hasta el Río de La Plata donde volvió al Beagle. En 1835 cruzaría dos veces la Cordillera de los Andes al venir del lado de Chile. Los resultados de sus observaciones, que fueron la base de la teoría que lo haría famoso, se publicaron en su Viaje de un naturalista alrededor del mundo 1849 . Prácticamente la mitad de esta obra se refiere a su visita al país. A pesar de que Francisco Muñiz y Darwin se hallaban en Luján en 1833, no se conocieron personalmente, pero sí se intercambiaron cartas y parte de ellas se publicaron en una segunda edición del Viaje, y en el Origen de la especies (1859).

[editar] La Organización Nacional

Después de la batalla de Caseros y sobre todo de la de Pavón la enseñanza y la ciencia comenzó a reorganizarse. Nacieron varias instituciones de enseñanza superior que darían lugar a la fundación de universidades nacionales. Una de ellas fue la Universidad de la Plata por una ley de 1889 que se concretó en 1897. Esta se componía de cuatro facultades: Medicina, Derecho, Ingeniería y Química y Farmacia, esta última que aún no existía en Buenos Aires. Esta universidad se nacionalizó y organizó en forma definitiva en 1905 gracias al ministro Joaquín V. González. A su vez el gobierno de la provincia de Buenos Aires le cedió el Observatorio Astronómico, instituido en 1882; el Museo de Ciencias Naturales, creado en 1884, la Biblioteca Pública, la Escuela práctica de agricultura y ganadería de Santa Catalina, fundada en 1872, y la Facultad de Agronomía y Veterinaria (la primera en su género en el país), creada por ley de 1889, independientemente de la universidad provincial.

Los estudios de astronomía y física se iniciaron en la Argentina en la Universidad de la Plata y sus físicos adquirieron una elevada jerarquía científica internacional, en gran parte gracias a contar con un Instituto de Física instalado científicamente y dirigido por expertos como Emil Hermann Bose (1874-1911) y su sucesor Richard Gans (1880-1954).

Otras instituciones universitarias de importancia creadas en este período son: la Universidad provincial de Santa Fe (1889), la de Tucumán (1912), y la Escuela de Ingenieros de San Juan (1876).

Por un decreto de 1852, la universidad de Buenos Aires se reorganizó. En 1858 se instauró el régimen de concursos docentes y se crearon nuevas carreras.

La cátedra de física estuvo a cargo de uno de los educadores de más prestigio de la época, Amadeo Jacques. Sin embargo el Departamento de Ciencias Exactas se reorganizó recién en 1863, por obra de Juan María Gutiérrez, quien fue rector de la UBA desde 1861 hasta 1874. Sus Noticias históricas sobre el origen y desarrollo de la Enseñanza Superior en Buenos Aires (1868) constituye un clásico en el cual volcó todos sus conocimientos sobre el tema. Como rector de la universidad creó el Departamento de Ciencias Exactas (que había desaparecido en la época de Rosas) e inició gestiones para contar con profesores que provinieran de Europa. Así vinieron Bernardino Speluzzi de la universidad de Pavia, Emilio Rossetti de la universidad de Turín (ambos como profesores de matemáticas) y Pelegrino Strohel de Parma, para historia natural.

En 1866 comenzó a funcionar el departamento comprendiendo la enseñanza de las matemáticas puras, aplicadas y de la historia natural con la finalidad de «formar en su seno ingenieros y profesores, fomentando la inclinación a estas carreras de tanto porvenir e importancia para el país». Aunque estaba habilitado para expedir diplomas de ingeniero, de profesor de matemáticas y de ingeniero profesor, de hecho sólo expidió el de ingeniero. Algunos de los primeros en recibirse fueron destacados ingenieros y científicos como Luis A. Huergo, Guillermo White y Francisco Lavalle

Como rector de la Universidad de Buenos Aires y debido a su gran interés por el estudio de las ciencias naturales Gutiérrez brindó ayuda al sabio alemán Hermann Burmeister como director del Museo Público de Buenos Aires. Fue así presidente de la Sociedad Paleontológica, creada gracias al apoyo dado por él a Burmeister en 1866. Su pensamiento influyó en los científicos de la época como Francisco P. Moreno.

En 1865 presidió una comisión que presentó el «proyecto de un plan de instrucción general y universitaria» cuyo informe constituyó un documento valioso tanto desde el punto de vista histórico como también por sus concepciones didácticas y científicas.

Del Departamento de Exactas egresaron en 1869 los primeros doce ingenieros argentinos, a quienes se denominó «los doce apóstoles». Entre ellos estaban Luis A. Huergo y Valentín Balbín, que fueron presidentes de la Sociedad Científica Argentina. En 1891 el Departamento adoptó el nombre de Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, apareciendo en sus planes de 1896 el doctorado en química. La Facultad incluía las carreras de Ingeniería y Arqutectura. En 1909 se crearon las facultades de Agronomía y Veterinaria, del Instituto de Altos Estudios Comerciales y de Ciencias Económicas.

En 1881, al convertirse la Ciudad de Buenos Aires en Capital Federal, la Universidad pasó a depender del Estado nacional. En 1883 la Universidad se hizo cargo de la dirección técnica del Hospital de Clínicas, que se convirtió así en hospital escuela.

La Universidad de Córdoba se nacionalizó en 1856. Durante la presidencia de Sarmiento tendrían cabida por vez primera las ciencias exactas y naturales. Sarmiento encomendó a Burmeister las gestiones para incorporar a un grupo de profesores europeos para dictar clases de dichas ciencias. Estos trabajaron bajo la dirección de Burmeister en la Academia de Ciencias de Córdoba y dictaban clases en la Universidad. Dicha academia se convirtió en la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas que en realidad sólo formó ingenieros pero se enseñaba y cultivaba las ciencias exactas y naturales.

Algunos de los profesores destacados que enseñaron en la Academia fueron el botánico Paul G. Lorente, que realizó viajes botánicos por el noroeste y noreste argentino en 1871 y 1872, y Federico Kurtz que integró una importante expedición científica al Chaco que dirigió Holmberg y en la que también figuraban los dos Ameghinos.

También se destacó fue el zoólogo holandés H. Weyembergh que en 1878 fundó el Periódico Zoológico Argentino, y el zoólogo Adolfo Doering, que junto con Lorente participó de la expedición del general Roca al Río Negro.

[editar] La Sociedad Científica Argentina

Al mismo tiempo que en Córdoba se iniciaban actividades científicas en Buenos Aires se creaba en 1872 la Sociedad Científica Argentina gracias a la iniciativa de profesores, graduados y alumnos del Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad. Su objetivo era el de fomentar el estudio de las ciencias y de sus aplicaciones. Su primer presidente fue Luis A. Huergo. Durante muco tiempo constituyó el único centro de consulta de los gobiernos. Entre muchos de sus primeros aportes estuvo el de contribuir en las exploraciones geográficas a la Patagonia de Francisco P. Moreno en 1875 y de Ramón Lista en 1877. Otro logro importante fue la organización de los congresos científico latino–americano que se iniciaron en 1898 y en 1908 se convirtieron en los Congresos Panamericanos y en 1921 en los Americanos. También el certamen internacional organizado durante el centenario de la Revolución de Mayo.

Uno de los fundadores de la Sociedad fue el futuro jurisconsulto Estanislao Zeballos que junto con otros fundó el periódico Anales Científicos Argentinos que en 1876 se convirtió en la publicación oficial de la Sociedad Científica Argentina con el nombre Anales de la Sociedad Científica Argentina.

[editar] Los Museos, Burmeister, Moreno, Ambrosetti, Ameghino y Holmberg

Las ciencias naturales y la astronomía fueron las primeras en organizarse después de Caseros. El desmantelado Museo de Buenos Aires se reorganizó gracias a la Asociación Amigos de la historia natural del Plata creada en 1854. En este año Urquiza fundó en Paraná el Museo Nacional, que luego se convirtió en provincial y que adquirió importancia por su colección de fósiles. Y también en este año se creó en Corrientes un Museo Provincial del cual fue director Aimé Bonpland.

Burmeister  realizó exhaustivos trabajos sobre naturaleza, geología y paleontología. Sus numerosos discípulos continuaron su obra.
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Burmeister realizó exhaustivos trabajos sobre naturaleza, geología y paleontología. Sus numerosos discípulos continuaron su obra.

Después de Pavón el museo de Buenos Aires entra definidamente en su etapa científica cuando se hace cargo de él Carlos Germán Burmeister, naturalista, paleontólogo y zoólogo alemán, que desempeñó la mayor parte de su carrera en la Argentina y realizó exhaustivos trabajos sobre la descripción de la fauna, flora, geología y paleontología de varios países sudamericanos, pero en especial de la Argentina, publicando cerca de 300 títulos, entre ellos su Description Physique de la République Argentine, que con magníficas ilustraciones mereció la medalla de oro en su presentación en la Exposición Geográfica de Venecia. Dirigió desde 1862 y hasta su muerte el Museo de Buenos Aires. Fundó, como se comentó anteriormente, la Academia de Ciencias Naturales de Córdoba integrando a ella a varios profesores venidos de Europa. y dejando tras de sí un importante grupo de discípulos que continuaron su obra. En 1866, con el apoyo del rector de la Universidad de Buenos Aires, Juan María Gutiérrez, fundó la Sociedad Paleontológica de Buenos Aires cuyo principal fin fue el de estudiar y dar a conocer los fósiles del entonces Estado de Buenos Aires y fomentar el Museo Público.

El Museo de La Plata, que junto con el de Buenos Aires es el centro más importante para el estudio de las ciencias naturales, vincula su origen con el de Francisco P. Moreno. Este se interesó por la paleontología y la arqueología e inició viajes por Catamarca y en especial por la Patagonia. Su conocimiento de la región le valió ser designado perito en cuestión de límites con Chile . En sus viajes supo ponerse en contacto directo con las naciones indígenas de la Patagonia y estudiar su pasado y sus orígenes. Los datos y materiales recogidos en sus expediciones abrieron horizontes nuevos a la antropología sudamericana e impulsaron a varios científicos europeos a tomar a las razas indígenas de América del Sur como objeto de estudio. Moreno quedó impresionado por el drama de aquellas razas y trató de humanizar las relaciones entre los argentinos y sus razas indígenas exigiendo tierras y escuelas para ellas.

Francisco P.  Moreno, sus expediciones impulsaron a científicos europeos a tomar a las razas indígenas como objeto de estudio
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Francisco P. Moreno, sus expediciones impulsaron a científicos europeos a tomar a las razas indígenas como objeto de estudio

En 1877 Moreno donó toda su colección arqueológica, antropológica y paleontológica personal, consistente en más de 15.000 ejemplares de piezas óseas y objetos industriales, a la provincia de Buenos Aires, que fundó con ellas el Museo Antropológico y Etnográfico de Buenos Aires.

Con la fundación de la ciudad de La Plata, el gobierno provincial decidió trasladar el museo a la nueva capital y entonces se le dio el nombre de Museo de Historia Natural de La Plata. Por proveer todo el material para el museo (incluso dos mil libros de su biblioteca particular) y por el reconocimiento general a su persona, fue nombrado Director vitalicio del Museo. Moreno mismo dirigió la construcción del edificio y la distribución de sus materiales, de acuerdo con un plan que él había concebido. Sumó a este proyecto a numerosos naturalistas extranjeros que organizaron las distintas secciones. La institución se convirtió rápidamente en un centro de estudios superiores que llamó la atención de los grandes especialistas europeos. Se multiplicaron las colecciones valiosas, los trabajos publicados descifraban viejos problemas americanos y, fundados por Moreno, comenzaron a publicarse los Anales y la Revista del Museo de La Plata.

Cuando surgió la idea de agregar este museo a la Universidad Nacional de La Plata, transformándolo en Facultad de Ciencias Naturales, Moreno renunció a su cargo vitalicio de Director del Museo. No estaba de acuerdo con la anexión propuesta: pensaba que el establecimiento por él creado debía dedicarse a la investigación del territorio y de su naturaleza y no quedar expuesto a los vaivenes de la política universitaria. La incorporación del Museo a la Universidad significó modificaciones esenciales en su finalidad y en su estructura: las instalaciones se redujeron, parte de su biblioteca se distribuyó entre otros institutos universitarios y su imprenta pasó a pertenecer a la provincia.

El tercer más grande museo fue el Museo Etnográfico, dependiente de la facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires., fundado en 1906 y organizado por Juan Bautista Ambrosetti, arqueólogo, etnógrafo, folclorólogo y naturalista argentino.

A los 20 años se había sumado a las expediciones de naturalistas que realizaron investigaciones en el Chaco y, de regreso, publicó sus experiencias. Poco después fue designado director de la sección Zoología del Museo Provincial de Paraná. Viajero e investigador, realizó numerosas expediciones que enriquecieron los conocimientos de topografía, arqueología y etnografía del país. Representó por primera vez a la Argentina en el Congreso Científico de Nueva York, celebrado en 1902.

De las investigaciones arqueológicas de Ambrosetti, sobresale su descubrimiento del Pucará de Tilcara en la Quebrada de Humahuaca, que proporcionó rico material arqueológico y antropológico.

Ha dejado una bibliografía fundamental para las distintas especialidades a las que se dedicó y catalogó más de 20.000 piezas de flora y fauna.

La labor iniciacda por Ambrosetti en el Museo y en Tilcara fue continuada por su sucesor y discípulo Salvador Debenedetti. Con estos dos grandes arqueólogos se inicia en el país la exploración arqueológica con criterio científico.

Florentino Ameghino, primer científico argentino de relevancia internacional
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Florentino Ameghino, primer científico argentino de relevancia internacional

En esta época asoma en el escenario un gran científico argentino de relevancia internacional: Florentino Ameghino. Fue naturalista, paleontólogo y antropólogo.

Como autodidacta, estudió los terrenos de la Pampa, coleccionando numerosos fósiles, en los que se basó para hacer numerosas investigaciones de geología y paleontología. También investigó el hombre cuaternario en el yacimiento de Chelles.

Para explorar el territorio patagónico, costeó una expedición a cargo de su hermano Carlos, para lo cual estableció una librería, que atendía personalmente, en La Plata.

La monumental Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina, de 1889, le valió la medalla de oro en la Exposición Universal de París, también Filogenia, principios de clasificación transformista basados sobre leyes naturales y proporciones matemáticas, que lo ubicó entre las pocas figuras mundiales del enfoque paleontológico de la biología evolutiva. Cerró esta etapa de su vida en 1906 con Formaciones sedimentarias del Cretáceo Superior y del Terciario de Patagonia, una obra que no se limitó a las descripciones, sino que planteó hipótesis sobre la evolución de los diversos mamíferos y analizó las distintas capas de la corteza terrestre y sus posibles edades. Entre 1907 y 1911, volvió a su primitiva dedicación: el hombre fósil, las descripciones de los primeros habitantes, sus industrias y culturas.

En una recopilación de sus trabajos, se cuentan 24 volúmenes de entre 700 y 800 páginas cada uno, que contienen clasificaciones, estudios, comparaciones y descripciones de más de 9000 animales extinguidos, muchos de ellos descubiertos por él. Científicos de América y Europa viajaban a la Argentina a conocer la colección de Ameghino.

La antigüedad del hombre en el Plata y Los Mamíferos fósiles en la América Meridional, que se traduciría más tarde al francés, fueron publicadas en 1878.

En 1884 publicó Filogenia, una obra teórica en la que desarrolla su concepción evolucionista, de neto corte lamarckiano, y propicia, la fundación de una taxonomía zoológica de fundamentos matemáticos.

En 1886, Francisco Moreno lo nombró vicedirector del Museo de La Plata, asignándole la sección de paleontología, que Ameghino enriqueció con su propia colección. Pero fue poco el tiempo en que estos dos científicos trabajaron juntos y la Cátedra de Zoología de la Universidad de Córdoba fue el inmediato destino de Ameghino desde 1888. Un año después presentó en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias su obra magna: Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina.

Holmberg: a él se debe el estudio de las ciencias naturales en Argentina
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Holmberg: a él se debe el estudio de las ciencias naturales en Argentina

Otro de los grandes naturalistas de la época fue Eduardo Ladislao Holmberg. A él se debe en gran medida el estudio de las ciencias naturales en el país. Investigó e casi todas las ramas de la ciencia natural y promovió y colaboró en todo medio que permitiera la transmisión y perpetuación de conocimientos relativos a ella.

En 1911 fundó la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. A él se debe también el progreso del Jardín Zoológico de Buenos Aires, que había sido fundado en 1875 por iniciativa de Sarmiento pero que recién entró en actividad en 1888 cuando Holmberg fue nombrado su director.

También en 1875 Sarmiento había propiciado la creación de un Jardín Botánico, idea que se concretó cuando Carlos Thays tomó la iniciativa y lo inauguró en 1898, siendo su director.

[editar] Los Observatorios Astronómicos de Córdoba y La Plata

Hasta mediados del siglo XIX la mayor parte de los observatorios astronómicos se encontraban en el hemisferio norte y por lo tanto no podían dar cuenta de un gran número de estrellas australes, por lo que el catálogo de éstas era muy pobre. En 1865, siendo Sarmiento ministro argentino en Estados Unidos, conoció al astrónomo estadounidense Benjamín Apthorp Gould, quien estaba decidido a ocuparse de este problema y le manifestó sus deseos de viajar a la Argentina para realizar estudios estelares del hemisferio sur. La propuesta encontró favorable acogida de inmediato pero la empresa no se llevó a cabo entonces debido a la guerra con el Paraguay que se desarrollaba en aquel entonces.

Ya instalado como presidente de la Argentina, Sarmiento invitó a Gould en 1869 a viajar a la Argentina prestándole todo su apoyo para organizar un observatorio nacional. Por razones astronómicas se eligió como lugar las proximidades de la ciudad de Córdoba. Gould llegó en 1870 y tuvo que esperar pacientemente la llegada de los aparatos encargados a una firma europea. Pero, en la espera del instrumental científico, comenzó a simple vista y con ayuda de un anteojo de teatro, un mapa del cielo austral que el 24 de octubre de 1871, fecha de inauguración del entonces llamado Observatorio Astronómico Argentino, (llamado luego Observatorio Astronómico de Córdoba), contaba con más de 7.000 estrellas registradas que se publicaron en la Uranometría argentina de 1879, su obra mayor, por la cual recibió en 1883 la medalla de oro de la Sociedad Real de Astronomía.

Entre sus trabajos se destacó su Catálogo de Zonas (1884), donde dejó registradas 73.160 estrellas del hemisferio austral, y el Catálogo General Argentino (1886) que contiene 32.448 estrellas cuyas posiciones fueron fijadas con muy buena precisión. De esta manera Gould y el Observatorio de Córdoba subsanaron la deficiencia de los catálogos australes.

Además Gould fue uno de los primeros en el mundo que aplicó la fotografía a los estudios astronómicos, a partir de 1866. A mediados de la década de 1870, sus fotos astronómicas, de muy alta calidad, fueron elogiadas en todo el mundo y muchas de ellas premiadas internacionalmente.

También gracias a él se iniciaron, los estudios de meteorología en la Argentina. En efecto, por iniciativa de Gould, Sarmiento remitió un proyecto de ley sancionado y promulgado en 1872, creando la Oficina Meteorológica Nacional que funcionó anexa al Observatorio de Córdoba hasta 1884, bajo la dirección desinteresada de Gould, apareciendo sus anales en 1878.

Como director del observatorio su labor de organizador y científico se prolongó hasta 1885, año que marca su regreso a Estados Unidos. Fue despedido con todos los honores, y Sarmiento, orgulloso, señalaría: "Recién ahora, y como movidos por el impulso dado desde el Observatorio de Córdoba, se habla en Europa de adoptar y generalizar el mismo procedimiento, aplicado con brillo doce años entre nosotros. Por el mismo método quedan fijadas las posiciones relativas de estrellas dobles, no sólo entre sí mismas, sino en relación al meridiano celeste. Desde que se emite la idea de que el movimiento es la ley universal, aun en las estrellas, se comprende de cuánta magnitud pueden ser los resultados de la fotografía celeste".

Le sucedió al frente del observatorio uno de sus asistentes, John Macon Thome, bajo cuya dirección se publicó la monumental Córdoba Durchmusterung, catálogo con más de seiscientas mil estrellas, y se inició la colaboración en tareas internacionales. A su muerte asumió la dirección otro especialista en fotografía astronómica: Charles Dillon Perrine.

En cuanto al Observatorio Astronómico de La Plata este nació en 1882 pero al principio su actividad fue casi nula. En 1905 se incorporó a la Universidad de la Plata pero recién en 1915 con la dirección de William Hussey, que había sido director del observatorio de Michigan, el observatorio comienza una tarea compartida con el de Córdoba en tareas internacionales.

[editar] Estudios geográficos

En 1879 se fundó por iniciativa de Estanislao Zeballos el Instituto Geográfico Argentino que patrocinó viajes exploratorios. Cinco años después se funda de manera precaria el Instituto Geográfico Militar, que se organiza debidamente en 1902 con un vasto plan de operaciones geodésicas, cartográficas y topográficas.

Las exploraciones a la Patagonia realizadas por naturalistas argentinos motivaron el interés científico por esa región en otras partes del mundo, y así entre 1896 y 1899, la Universidad de Princeton realizó tres viajes de estudio al sur argentino. Es de destacar además la célebre expedición argentina comandada por Julián Irízar, realizada en 1903 por el mar austral a bordo de la corbeta Uruguay, con el objeto de rescatar al explorador sueco Otto Nordenskjöld.

[editar] Estudios médicos

Después de Caseros los estudios médicos fueron los primeros en organizarse a través de una escuela de medicina que se mantuvo separada de la Universidad hasta 1874, en que volvió a formar parte de ella. En esta período se destacaron los cirujanos Manuel Augusto Montes de Oca e Ignacio Pirovano.

Una de las grandes figuras públicas de la medicina fue Guillermo Rawson. Fue el primer profesor de higiene del país. Sus lecciones, editadas en París en 1876, se ocupaban en especial de los problemas de higiene en la Argentina y en particular de Buenos Aires. En ese mismo año participó de un Congreso en Filadelfia realizado durante la Exposición del Centenario de EE.UU., presentando su trabajo Estadística vital de la ciudad de Buenos Aires, un desarrollo muy importante para la época. De igual valor es su memoria sobre Las casas de inquilinato en la ciudad de Buenos Aires que trata sobre las condiciones de vida de los conventillos de la época.

[editar] Estudios jurídicos

Se realizan en este período la Constitución Argentina de 1853 y los distintos Códigos.

En cuanto a los códigos civil y de comercio estos están relacionados fundamentalmente con la figura de Dalmacio Vélez Sarsfield. Éste se graduó en Leyes en el Colegio de los jesuitas de la ciudad de Córdoba doctorándose a los 22 años. Inició inmediatamente una intensa actividad política, que le valió en 1825 el nombramiento como Secretario del Congreso que se llevaría a cabo el año siguiente, en el cual fue el diputado más joven. La toma del poder por Juan Manuel de Rosas significó el fin temporal de su carrera política; Vélez Sársfield abandonó Buenos Aires y marchó a Córdoba. Tras representar al caudillo porteño en una ronda de negociaciones con Estanislao López que acabó en la firma de un armisticio, regresó brevemente a la capital para ejercer la abogacía, pero pronto volvió a enemistarse con Rosas y se exilió en Montevideo. Tras el fin del rosismo, Vélez Sársfield retornó a la política. En 1858 la Provincia de Buenos Aires le encargó la tarea de redactar un Código de Comercio, el cual fue redactado en colaboración con el prestigioso jurisconsulto uruguayo Eduardo Acevedo, se terminó en 10 meses, y fue sancionado en 1859. Después de la reunificación nacional en 1862 se le encargó la redacción del Código Civil. La composición de éste no se inició hasta 1864, siendo presidente Bartolomé Mitre. Su redacción, ricamente provista de notas y comentarios, insumió casi cinco años; en 1869 se dispuso del original, que se aprobó en 1870 y entró en vigor a comienzos del año siguiente.

José María Moreno introdujo el Proyecto del código de Vélez Sarsfield en las aulas universitarias.

Los códigos de Minas y el Penal se aprobaron en 1886 y 1889 respectivamente.

Otro jurisconsulto importante fue Carlos Calvo que en Francia, en 1863 publica su Derecho internacional teórico y práctico de Europa y América, en dos volúmenes y poco antes de una versión francesa. En él expone el principio de que ningún gobierno debe apoyar en las armas reclamaciones pecuniarias contra otro país. Luis María Drago invocaría esta doctrina en 1902.

[editar] Estudios históricos

En 1854 Mitre reprodujo en Buenos Aires el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay que había sido fundado años antes por los proscriptos de Montevideo. Esta desaparece hacia 1860 para reaparecer en 1893 como Junta Numismática Americana y convertirse a fin de siglo en Junta de Historia y Numismática Americana editando libros raros e inéditos.

En 1889 nace el primer Museo Histórico, creado por la Municipalidad de Buenos Aires y nacionalizado dos años después, siendo su fundador y animador Adolfo P. Carranza.

Pero la figura que se destacó en los estudios históricos fue la de Bartolomé Mitre. Su labor como historiador comprendió, obras, memorias, artículos periodísticos, discursos y una intensa labor recopilando documentos, ordenado archivos y fundando y organizando instituciones.

Bartolomé Mitre, iniciador de los estudios históricos en la Argentina
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Bartolomé Mitre, iniciador de los estudios históricos en la Argentina

Sus obras, Historia de Belgrano , los tres volúmenes de la Historia de San Martín, considerada obra fundadora de la historiografía argentina de la emancipación americana; y la Oración que pronunció con motivo del centenario del nacimiento de Bernardino Rivadavia forman una cabal historia de la Argentina.

Historiadores posteriores, como Adolfo Saldías y José María Rosa han cuestionado su labor como historiador y la interpretación dominante del siglo XIX argentino que se desprende de ella, dando lugar al llamado revisionismo histórico.

Su labor como bibliógrafo y lingüista le permitió reunir una de las mejores bibliotecas sobre lenguas americanas, cuyo Catálogo Razonado fue publicado póstumamente por el Museo Mitre, que se creó en 1907 gracias a las donaciones que él dejó de su biblioteca, colecciones, archivos y muebles de su casa.

La mencionada Historia de Belgrano originó un par de polémicas. La primera con Vélez Sársfield, iniciada en 1854 en forma periodística y que se sintetizó en dos libros de 1864: el de Vélez Sársfield, llamado Rectificaciones Históricas: General Belgrano, General Güemes; y el de Mitre: Estudios Históricos sobre la Revolución de Mayo: Belgrano y Güemes. La polémica se refirió a sucesos históricos y a su interpretación, rozando además cuestiones vinculadas con el concepto de ciencias históricas. En este último aspecto fue más importante la polémica que tuvo con Vicente Fidel López producida a raíz de la aparición de la tercera edición de la Historia de Belgrano, de la cual resultaron dos libros: de parte de Mitre las Nuevas comprobaciones sobre historia argentina y de parte de López su Debate Histórico, Refutaciones a las comprobaciones históricas sobre la Historia de Belgrano.

Vicente F. López, polemizó con Mitre sobre la interpretación de los sucesos históricos
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Vicente F. López, polemizó con Mitre sobre la interpretación de los sucesos históricos

Y fue justamente Vicente F. López la otra personalidad relevante de la ciencia histórica de este período. Después de Caseros regresó de su exilio en Chile para ocupar, entre otros cargos públicos, el de rector de la Universidad de Buenos Aires. Además del mencionado Debate Histórico... escribió la Introducción a la historia de la República Argentina; La Revolución Argentina y diez volúmenes de Historia de la República Argentina.

[editar] Estudios sociológicos

La llamada «generación del 80» mostró preferencia por los temas sociológicos aplicados a la vida social argentina.

El primer profesor de sociología fue Ernesto Quesada que se hizo cargo de la cátedra en la Facultad de Filosofía en 1904 de la Universidad de Buenos Aires enseñando y publicando distintos aspectos de la sociología, doctrinarios, históricos y aplicados a la vida americana o argentina.

Otra cátedra de sociología se creó en 1908 en la Facultad de Derecho de la misma universidad, siendo su primer profesor Juan Agustín García, autor de numerosos escritos sobre la evolución de la inteligencia argentina. Su obra La ciudad indiana fue el primer estudio sobre la sociedad colonial.

También se ocuparon de la sociología José María Ramos Mejía, que escribió entre otros un estudio de sicología colectiva en Las multitudes argentinas ; y Joaquín V.González, con su ensayo sociológico La tradición nacional y el artículo El juicio del siglo o cien años de historia argentina.

También contribuyó al conocimiento de la vida social argentina los datos estadísticos que fueron copilándose gracias a la Oficina Nacional de Estadística creada en 1856 y que se convirtió en 1894 en la Dirección General de Estadística. El primer censo de población se realizó en 1869.

En 1900 Alfredo Palacios presenta su tesis doctoral titulada "La Miseria en la República Argentina", considerada la primera investigación argentina referida a las condiciones de vida de la población. La tesis fue rechazada entonces pues los reglamentos universitarios prohibían incluir expresiones que pudieran resultar injuriosas para las instituciones.

En 1904 Juan Bialet Massé presentó su extenso Informe sobre el estado de la clase obrera en tres tomos, considerada la primera investigación laboral realizada en el país.

[editar] Crisis del 90

A partir de la década de los 90 y por unos treinta años la ciencia decae: las instituciones científicas y universitarias se estancan, producen menos publicaciones y sus directores no consiguen con sus gestiones mejorar las instalaciones. Este retroceso en las ciencias contrasta con el impulso que si obtuvieron las instituciones y publicaciones en el campo de la economía y la técnica, posponiendo toda preocupación por la ciencia pura.

En efecto, la cátedra de economía política que había quedado vacante en la época de Rivadavia se restableció en 1892 y en 1913 se creó la Facultad de Ciencias Económicas en Buenos Aires. También surge la Unión Industrial Argentina en 1887 y se incrementan fuertemente las obras públicas con, principalmente, los ferrocarriles, el saneamiento de la capital y los puertos. También se incrementan las instituciones y publicaciones de índole técnica, como por ejemplo la Revista Técnica, fundado en 1895, periódico que por 22 años fue tribuna de los grandes problemas nacionales. También en este año se crea el Centro Nacional de Ingenieros y hacia fin de siglo la llamada Revista Politécnica publicada por el centro estudiantil La Línea Recta de la facultad de Ingeniería de Buenos Aires, que se creó seis años antes y contribuyó en gran medida al progreso intelectual.

Esta postura de solo absorber las aplicaciones de la ciencia olvidándose de que tras el esplendor del progreso de la industria existe el trabajo puro y desinteresado del científico que es en el que se basan dichas aplicaciones se modificaría recién en la segunda década del siglo XX.

[editar] Desde la llegada del radicalismo hasta la noche de los bastones largos

[editar] Las universidades

En 1904 y 1905 los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires comenzaron a apuntar contra la estructura de las facultades creada por la ley Avellaneda que había hecho que los consejos (Academias) se transformaran en círculos cerrados, vitalicios, marginados de la vida universitaria y sin dinamismo científico. Se realizaron manifestaciones estudiantiles callejeras de importancia y se logró que las academias pasaran a mano de los profesores.

La llegada del radicalismo al poder en 1916 y la revolución rusa tuvieron influencia en el movimiento conocido como Reforma Universitaria de 1918, en el ámbito de la Universidad de Córdoba, que modificó los estatutos universitarios dándole a la universidad mayor eficacia, agilidad y renovación. El movimiento reivindicó un nuevo tipo de universidad cuyos postulados básicos eran la participación estudiantil en el gobierno, la periodicidad en el ejercicio de la cátedra, los concursos para la elección de profesores, la asistencia libre a clases y la extensión universitaria.

En 1919 se crea la Universidad Nacional del Litoral, a partir de la Universidad provincial de Santa Fe, con siete facultades distribuidas en Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. En 1921 se nacionaliza la Universidad de Tucumán y en 1939 se crea a partir de centros educativos ya existententes y otros nuevos la Universidad Nacional de Cuyo, con facultades en Mendoza, San Juan y San Luis. Y recién en 1956 se crean la Universidad Nacional del Sur y la Universidad del Nordeste.

Algunas universidades editan revistas de carácter general con trabajos de interés científico. En la Universidad de Buenos Aires se creó en 1955 un Departamento Editorial que tomó a su cargo la publicación de la Revista de la Universidad de Buenos Aires que había sido creada en 1904 e inició la publicación de una serie de libros de Agronomía y Veterinaria, Ciencias Económicas, Derecho y Ciencias Sociales, Filosofía, Letras e Historia. En este segundo aspecto el Departamento fue sustituido en 1958 por la Editorial Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA, que a partir del año siguiente inició una extensa labor editorial publicando hasta fines de 1961 más de 150 títulos.

Con la revolución del 6 de septiembre de 1930 que convitió en presidente de facto a José Félix Uriburu, la UBA fue intervenida. La intolerancia fue una de sus características más sobresalientes y se puso de manifiesto a través de la persecución a estudiantes y profesores, expulsándolos por motivos diversos, entre ellos el de pertenecer al partido radical. A pesar de todo la UBA continuó formando profesionales con mejor o peor nivel según las especialidades y llevaba adelante, merced al esfuerzo individual de algunos de sus integrantes, unos pocos programas de investigación.

El crecimiento de Buenos Aires y la prosperidad económica que brindaba la expansión del mercado interno permitieron a los hijos de la clase media llegar a la Universidad. Entre 1935 y 1955 la matrícula de la UBA pasó de 12.000 a 74.000 alumnos. Desde el punto de vista científico la institución vivió su momento más destacado entre 1955 y 1966, alcanzando un gran reconocimiento a nivel internacional y niveles hasta entonces inigualados de producción académica.

[editar] Otras Instituciones

La Sociedad Científica Argentina continuó su labor publicando una serie de monografías entre 1923 y 1926 con el título de Evolución de las ciencias en la República Argentina. En 1934 creo nuevas filiales en el interior del país (ya existía la de La Plata desde 1886). En 1937 constituyó un Comité Argentino de Bibliotecarios que en 1942 dio a conocer un Catálogo de publicaciones periódicas científicas y técnicas de aquellas instituciones científicas que pertenecían al Comité. Desde 1943 funcionaron además el Seminario Matemático Dr. Claro C. Dassen y el Seminario Dr. Francisco P. Moreno creado en 1946.

En 1933 se creó la Asociación para el progreso de las Ciencias que concedía subsidios y becas y que en 1945 publica la revista mensual Ciencia e Investigación.

La Institución Cultural Española fue una de las que más estimularon la visita de científicos extranjeros. En 1914 creó una cátedra de cultura española que inauguró el lingüista y filólogo Menéndez Pidal siguiéndole en 1916 Ortega y Gasset y un año después Julio Rey Pastor.

Con el objeto de incentivar la investigación científica se crean distintas instituciones estatales al efecto. En 1951, durante el mandato del Presidente Juan Domingo Perón se creó el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC). Presidido por el mismo Presidente de la Nación, en su primera etapa el CONITYC congregó a importantes científicos, entre ellos los físicos José Balseiro y Enrique Gaviola, el ingeniero nuclear Otto Gamba y el astrónomo Juan Bussolini. El Consejo colaboraba estrechamente con la Dirección Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas, creada en 1950.

Una de las primeras acciones del CONITYC fue la realización del Primer Censo Científico Técnico Nacional, que recopiló información sobre todas las investigaciones llevadas a cabo en la Argentina, tanto en el sector público como en la industria privada. A partir de los resultados del Censo y en línea con las previsiones del Segundo Plan Quinquenal del gobierno, se decidió estimular la formación en física y química en la enseñanza secundaria.

Tanto el Consejo como la mayoría de sus instalaciones dependientes fueron desmanteladas tras la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955 y en 1958 durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu, se crea en su reemplazo el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y bajo la dirección de Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina. El consejo introdujo en 1960 carrera de investigador científico, disponiendo el financiamiento de la investigación para permitir que los científicos pudieran dedicarse de forma permanente y completa a lo que decenios más tarde se conocería como I+D. Junto con ello, se definió un programa nacional de becas para la investigación y otro de subsidios para la investigación privada. Además desarrolló convenios con los gobiernos provinciales, las entidades académicas y el sector privado para dar origen a centros de investigación especializados; tras la restauración de la democracia y a partir del gobierno de Arturo Frondizi se crearían, entre otros, el Centro Experimental de la Vivienda Económica en Córdoba, el Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología de Pinturas en La Plata, el Instituto Nacional de Limnología en la provincia de Santa Fe, el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química en Santa Fe, la Planta Piloto de Ingeniería Química en Bahía Blanca y el Centro Nacional de Radiación Cósmica, que eventualmente se reestructuraría como Instituto de Astronomía y Física del Espacio.

[editar] La Matemática

Gracias a la labor del matemático español Julio Rey Pastor, radicado definitivamente en el país desde 1921, que logró la creación de institutos, revistas y agrupaciones, los estudios matemáticos avanzaron muchísimo.

En 1936 nace la Unión Matemática Argentina que edita su propia revista.

A partir de 1940 el avance de las matemáticas es notorio, en especial por el nivel científico alcanzado por la gran producción académica del momento. Se destacan en la Universidad de Buenos Aires los continuadores de la obra de Rey Pastor, como Juan Blaquier, Francisco La Menza y Florencio Jaime, este último propulsor de la matemática en la enseñanza media.

Se incorpora al plantel docente del Instituto Nacional del Profesorado de la Universidad Nacional de Cuyo Manuel Balanzat y Mischa Cotlar dicta clases en las Universidades de La Plata y Cuyo.

En Rosario se crea en 1938 el Instituto de Matemática de la Universidad del Litoral que es dirigido por el italiano Beppo Levi y edita sus publicaciones y una revista periódica didáctica: Mathematicae Notae.

Se crean varios Institutos de Matemática en distintas universidades, uno de los más importantes es el de matemática, astronomía y física de la Universidad de Córdoba, creado en 1956 por Enrique Gaviola.

En 1953, debido al aumento del alumnado, la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la UBA se desdobló en una de Ingeniería y otra de Ciencias Exactas y Naturales. Entre otras publicaciones edita cuatro series de sus Contribuciones científicas e inicia en 1958 sus Cursos y seminarios de matemática.

Con los auspicios de la UNESCO la UBA crea en 1959, el Centro Regional de Matemática para América Latina, según proyecto presentado el año anterior por el gobierno argentino.

La llamada " Generación de 1961", se conformó por una serie de matemáticos, de relevancia, quienes llevaron a las matemáticas a ocupar un alto lugar en el ámbito académico internacional.

En 1961 se instaló en el Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA la primer computadora del país, llamada Clementina, traída desde Inglaterra por su director, Manuel Sadosky, dando un gran impulso a los métodos analíticos de cálculo.

[editar] La Física y la Astronomía

Además del ya mencionado Instituto de Física de La Plata, en 1925 se creó en Tucumán el Instituto de Física de la Universidad de Tucumán. Durante el primer gobierno de Perón se anunció la puesta en marcha de Proyecto Huemul con el fin de producir tecnología de fusión nuclear. A cargo del proyecto estaba el austríaco Ronald Richter. En 1951 Richter anunció públicamente el éxito del Proyecto Huemul, pero no aportó ninguna prueba. Debido a ello, Perón nombró en 1952 a un equipo de científicos para investigar las actividades de Richter que revelaron que el proyecto era un fraude. El proyecto fue transferido entonces al Centro Atómico Bariloche dependiente de Comisión Nacional de Energía Atómica , CNEA, (creada en 1950) y al Instituto de Física de la Universidad Nacional de Cuyo que más tarde fue designado con el nombre de Instituto Balseiro. La CNEA desarrolla aún hoy una seria labor de investigación que publica en series especiales.

Uno de los más importantes físicos y astrónomos de argentina, reconocido a nivel mundial, fue Enrique Gaviola. Realizó su formación como físico y matemático en Alemania, adonde llegó en 1922 y estudió junto a los científicos más encumbrados de la época, entre ellos Max Planck, Max Born y Albert Einstein. Este último lo consideraría como un colega y amigo. Cuando se recibe en 1926 en Berlín, Gaviola le pide a Einstein que apoye su pedido de una beca Rockefeller para ir a trabajar a Baltimore donde dicha beca le acababa de ser negada con el argumento de que no se le concedía a sudamericanos a pesar de haber obtenido la calificación más alta entre los solicitantes. Indignado Einstein envió una carta con la que lograría que el International Education Board concediese por primera vez un fellowship a un científico del hemisferio sur. Gaviola se trasladó entonces a Estados Unidos donde trabajó con Robert Wood, el más grande físico experimental en aquel momento. Fue físico asistente del Departamento de Magnetismo Terrestre en el Carnegie Institute de Washington, donde trabajó en el proyecto de un acelerador de partículas con el que se obtuvo un potencial de cinco millones de voltios. Entre sus numerosas publicaciones se destaca su trabajo experimental sobre emisión atómica estimulada, antecedente de lo que hoy conocemos como láser.

Al volver a la Argentina en 1929 inicia una prédica por el desarrollo científico del país y ocupa importantes cargos, como el de Director del Observatorio Astronómico de Córdoba y es profesor en las universidades de Buenos Aires y La Plata. Gracias a Gaviola muchos científicos europeos fueron rescatados de la amenaza del nazismo, entre ellos el físico teórico austriaco Guido Beck en 1943, quien sería una de las figuras fundamentales de la física teórica tanto en Argentina como luego en Brasil. Además impulsó la creación de la Asociación Física Argentina (primera sociedad científica latinoamericana en el área de esta disciplina) que presidiría, y del Instituto de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad de Córdoba, creado en 1956 para apoyar las actividades de observación. Bajo la dirección de Gaviola (entre 1940 y 1947 y de 1956 a 1957) el Observatorio de Córdoba se transformó en un centro científico de primer orden, con el diseño y construcción del Observatorio Astrofísico de Bosque Alegre, inaugurado en 1942.

En 1935 viajó a Estados Unidos para colaborar en el Observatorio de Monte Wilson, en California. Entre otras cosas creo un método novedoso para el recubrimiento de la superficie de los espejos de grandes telescopios que permitió disminuir tiempo, trabajo y dinero a un tercio de los valores de aquel momento. Este método fue empleado inmediatamente en la preparación del espejo de 5 metros de diámetro de Monte Palomar. En 1942, con su colega Ricardo Platzcek diseñaron el primer espectrógrafo estelar del mundo construido totalmente con espejos. Birkhoff, Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Harvard, lo llamó "la verdadera declaración de independencia argentina". También aportó al tema de cascadas de rayos cósmicos. En sus últimos años su preocupación se volcó hacia la política científica, con especial énfasis en la astronomía y en la energía nuclear.

El Observatorio de La Plata se separó en 1920 de la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas y se convirtió en un establecimiento destinado a la investigación y formación de astrónomos. El ingeniero físico y doctor en astronomía Carlos Varsavsky fue el fundador y primer director del Instituto Argentino de Radioastronomía, inaugurado en 1964, y presidente de la Asociación Física Argentina. Participó en la construcción del radiotelescopio más grande del hemisferio sur, en Villa Elisa (Buenos Aires). Su tesis doctoral, sobre transiciones atómicas de interés astrofísico, fue durante años una obra de referencia. Su teoría sobre la abundancia de hidrógeno molecular en las nubes interestelares ha sido verificado con métodos modernos de observación. Fallecería en 1983 a la temprana edad de 49 años en EEUU, donde estaba radicado desde 1977.

[editar] La Química

En cuanto a la química, el desarrollo de los estudios químicos fue en aumento, sobre todo en cuanto a sus aplicaciones a la biología, medicina e industria. Entre las instituciones oficiales se fundó en 1929, en la facultad de Química Industrial y Agrícola de Santa Fe; y en 1936 el Instituto de Investigaciones Microquímicas de Rosario.

Luis Federico Leloir, médico y bioquímica, que recibiría el Premio Nobel de Química en 1970 por sus investigaciones centradas en los nucleótidos de azúcar, y el rol que cumplen en la fabricación de los hidratos de carbono, trabajó desde 1945 en el Instituto dirigido por Bernardo A. Houssay, precedente del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Fundación Campomar, que Leloir dirigiría desde su creación en 1947 a manos del empresario y mecenas Jaime Campomar y durante 40 años.

Leloir realizó con éxito experimentos que revelaron cuales eran las rutas químicas en la síntesis de azúcares en levaduras. Previo a sus investigaciones, se creía que para poder estudiar una célula no se la podía disgregar del organismo que la albergaba. No obstante, su trabajo demostró que esa teoría pasteuriana era falsa.

Leloir festejando junto a sus compañeros el 10 de diciembre de 1970, día que fue galardonado con el Premio Nobel.
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Leloir festejando junto a sus compañeros el 10 de diciembre de 1970, día que fue galardonado con el Premio Nobel.
Luis Leloir en el Instituto Campomar en 1960.
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Luis Leloir en el Instituto Campomar en 1960.

Formó un importante centro de investigación que descubrió por qué el riñón impulsa la hipertensión arterial cuando está enfermo y también pudieron aislar la sustancia nucleótido-azúcar y con esto entender el proceso de almacenamiento de los carbohidratos y de su transformación en energía de reserva.

A principios de 1948, el equipo de Leloir identificó los azúcares carnucleótidos, compuestos que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono, lo que convirtió al Instituto en un centro mundialmente reconocido. Inmediatamente después, Leloir recibió el Premio de la Sociedad Científica Argentina, uno de los tantos que recibió tanto en el país como en el extranjero.

A pesar de que hacia fines de 1957 Leloir fue tentado para emigrar a los Estados Unidos, como su maestro Houssay, prefirió quedarse y continuar trabajando en el país. Dada su importancia, el Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos (NIH) y la Fundación Rockefeller decidieron subsidiar la investigación comandada por Leloir.

Al año siguiente firmó un acuerdo con el Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, Rolando García, por el cual se creó el «Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales» nombrándolo profesor titular A este centro llegaron investigadores y becarios procedentes de los Estados Unidos, Japón, Inglaterra y Francia, entre otros países.

Para ese entonces Leloir estaba llevando a cabo sus trabajos de laboratorio en conjunto con la docencia como profesor externo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, tarea que sólo interrumpió para completar sus estudios en Cambridge y en el Enzime Research Laboratory de EEUU.

Su voluntad de investigación superó a las dificultades económicas enfrentadas por el Instituto y pudo estudiar el proceso interno por el cual el hígado recibe glucosa y produce glucógeno, el material de reserva energética del organismo, y junto a Mauricio Muñoz logró oxidar ácidos grasos con extractos de células hepáticas.

[editar] La Meteorología, la Geofísica y la Geografía

Los estudios meteorológicos adquieren impulso con la creación, en 1935 de la Dirección de Meteorología, Geofísica e Hidrología y con la organización en la UBA del doctorado en meteorología (1953).

Se crea el Observatorio Central (Observatorio de Buenos Aires) destinado al servicio sismométrico en 1927 y el Observatorio del Pilar (Córdoba) en 1904 para el servicio geomagnético. También en 1959 se funda la institución privada Asociación Argentina de Geofísicos y Geodesias.

El Instituto Geográfico Argentino es reemplazado por la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA) en 1922 y por la Academia Argentina de Geografía.

Además, en el campo de la geografía, deben resaltarse las expediciones al la Antártica y la creación del Instituto Antártico Argentino en 1956 y del Instituto Geográfico Militar (Argentina) que realiza los trabajos geodésicos fundamentales y el levantamiento topográfico de todo el territorio. Por ley nacional de 1936 este instituto, realiza la medición de un arco de meridiano a lo largo del país, siendo el presidente de la comisión encargada de llevarla a cabo el director del Observatorio de La Plata, Félix de Aguilar.

[editar] La Biología

Gracias a Bernardo Houssay, la fisiología fue una de las ciencias médicas que mayor vigor y desarrollo tuvo en el país. Nacido en Buenos Aires, Argentina, fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947. Se graduó de farmacéutico a los 17 años y de médico a los 23, dos años después de comenzar la docencia en la Universidad de Buenos Aires. Houssay se convirtió en un maestro universitario de inigualable prestigio y en un importante investigador.

En 1919 fundó el Instituto de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y lo dirigió hasta 1943, y luego desde 1955. En él empezó su labor de enseñanza a sus discípulos, que luego se transformarían en los primeros profesores universitarios de fisiología del país. El Instituto se convirtió en un centro de excelencia mundial en el área de la investigación científica.

También se debe a su iniciativa y la de sus colaboradores la fundación en 1920 de la Sociedad de Biología y la publicación del Acta Phgysiologica Latinoamericana desde 1950.

En 1945, publicó un tratado de fisiología humana conocido como La Fisiología de Houssay, que sería traducido a los principales idiomas.

Gracias a la publicación de este tratado Houssay recibió la consagración internacional con Premio Nobel de 1947, por su trabajo de la influencia del lóbulo anterior de la hipófisis en la distribución de la glucosa en el cuerpo, de importancia para el desarrollo de la diabetes.

El premio no le sirvió para aminorar las tensiones que tenía con el gobierno peronista: expulsado de su cátedra y en forma privada, Houssay creó el Instituto de Biología y Medicina Experimental, que dirigió él y durante un tiempo otro prestigioso fisiólogo: Eduardo Braun Menéndez. Desde allí realizó junto con sus compañeros más de mil trabajos en endocrinología, nutrición, farmacología, patología experimental, glándulas suprarrenales, páncreas, hipertensión, diabetes y otras áreas de la fisiología.

Bernardo Houssay fue presidente de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, de la Academia Nacional de Medicina, de la Sociedad Argentina de Biología y de la Federación Internacional de Diabetes. Debido a su importancia en este campo de la medicina también tuvo la oportunidad de dictar cursos en las instituciones más importantes del mundo y recibió condecoraciones por parte de los gobiernos de Francia, Bélgica y Chile. Gracias a su trabajo surgió el CONICET, del que fue su primer presidente.

Además del Instituto privado fundado por Houssay, se crearon el Instituto de Investigación Médica de Córdoba en 1947 y otro análogo en Rosario en 1950.

Entre los nombres más destacables de este período deben mencionarse, el Salvador Mazza. En 1910 (Año del Centenario), logró obtener el título de doctor médico, casi al mismo tiempo en que junto a Rodolfo Kraus desarrolló una vacuna anti-tifoidea de una sola aplicación. En 1916, en plena Primera Guerra Mundial, el ejército argentino le encargó realizar un estudio de enfermedades infecciosas en Alemania y el Imperio Austrohúngaro; en ese momento conoció a su colega Carlos Chagas, el cual recientemente había descubierto al agente microbiano de la tripanosomiasis americana.

En 1925 fue nombrado director del laboratorio y del museo del Instituto de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de la UBA. En ese año invitó y hospedó en Charles Nicolle quien se hallaba interesado en las enfermedades endémicas que existían en el norte argentino. Nicolle advirtió la forma inadecuada con que se enfrentaban tales afecciones en esas regiones y ayudó a Mazza en su intención de fundar un instituto para la investigación y la diagnosis de las enfermedades endémicas americanas. En 1926 la Facultad de Medicina de la UBA a instancias del Dr. José Arce estableció la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina, llamada coloquialmente misión Mazza ya que Mazza fue su director. La MEPRA, con sede central en Jujuy, funcionó en el famoso "E.600", un laboratorio y hospital móvil instalado en un tren ferroviario. De este modo tal institución pudo transladarse por la extensa red ferroviaria argentina llegando incluso a Bolivia y Chile.

En 1926 Mazza fundó la Sociedad Científica de Jujuy, cuyo primer presidente fue el malariaólogo Guillermo Paterson. En ese mismo año realizó los primeros diagnósticos de tripanosomiasis americana y leishmaniasis tegumentaria americana en Argentina. Donde quiera se encontrase, la MEPRA difundía las novedades y descubrimientos atinentes a la cura o profilaxis de enfermedades contagiosas entre los médicos y poblaciones rurales. La labor principal de Mazza en este punto fue el ataque al vector de la tripanosomiasis americana, el insecto llamado popularmente vinchuca. Por tal motivo alertó a las autoridades que una de los principales factores para la expansión o existencia de la tripanosomiasis y afecciones semejantes se encontraba en las precarias condiciones económicas, educativas e higiénicas de las poblaciones rurales y urbanas del norte argentino.

En 1942 se contactó con el escocés Alexander Fleming con el objeto de organizar la producción de penicilina en Argentina y un año después obtuvo junto a su equipo la primera producción argentina de tal primer antibiótico. Sin embargo el gobierno de entonces ignoró los descubrimientos y esfuerzos de Salvador Mazza y le retaceó de un modo casi absoluto todo apoyo económico, pese a que la producción extranjera de penicilina tampoco era disponible ya que casi en su totalidad se utilizaba para atender las necesidades en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial.

Dedicando gran parte de sus esfuerzos a combatir la tripanosomiasis americana a la cual estudió asiduamente e in situ por este motivo tal afección es también llamada mal de Chagas-Mazza. Estudió asimismo la dacrioadenitis y por esto a la fase aguda de tal enfermedad se la denomina signo de Mazza-Benítez.

Falleció de un síncope cardíaco, según todo parece indicarlo a causa de la tripanosomiasis en la forma cardíaco-crónica mientras se encontraba participando de un congreso médico en Monterrey, México.

Otros médicos destacados fueron embriólogo Miguel Fernández y el neuróbiólogo Christofredo Jacob.

En 1958 se fundó una Sociedad Argentina de Fisiología Vegetal que en 1959 celebró la Primera Reunión Argentina de la Ciencia del Suelo; y en 1960 se crea un centro de estudios de biología marina en el Instituto de Mar del Plata.

El Instituto de Tecnología Agropecuaria, INTA, se crea en 1956.

[editar] Ciencias naturales

El sucesor de Ameghino fue Ángel Gallardo quien consiguió que el Museo de Buenos Aires tuviera una instalación más adecuada en 1923.

El Museo de La Plata se transformó en 1919 en Instituto del Museo y Escuela Superior de Ciencias Naturales, ampliando su acción científica y sus publicaciones y el Museo Etnográfico contó con dos directores de prestigio como lo fueron Félix Outes y el arqueólogo Francisco de Aparicio.

Otras ciudades como Paraná, Mendoza, Córdoba, Santa Fé) también crearon instituciones semejantes.

De origen privado nacieron la Sociedad Argentina de Botánica (1945), la Sociedad Ornitológica del Plata (1916), la Sociedad Entomológica Argentina (1925), la Asociación Argentina de Artropodología (1944), la Asociación Geológica Argentina (1945), la Asociación Paleontológica Argentina (1956), la Sociedad Argentina de Antropología (1935).

En este período se destacaron tres botánicos:

  • El micólogo italiano Carlos Spegazzini que llegó al país en 1879 que realizó una gran tarea en su especialidad y donó en su testamento su casa, colecciones y libros para la creación del museo al que se le dio su nombre.
Hicken
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Hicken
  • El botánico Cristóbal María Hicken, agrimensor recibido en la Facultad de Ciencias Naturales de la UBA. Su maestro fue el naturalista Eduardo Ladislao Holmberg, a quien dedicó la descripción de una nueva especie de Hippeastrum, H. holmbergii en 1903; luego enfocó su investigación en las polipodiáceas (1906-1910) y sobre otras especies botánicas sudamericanas de interés. Su rama era la botánica, pero tenía además buenos conocimientos de mineralogía y geología, dictando cursos de estas materias en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires, a partir de 1911. Hicken instaló en una pequeña localidad del partido de General San Martín (Buenos Aires), un herbario y una biblioteca particular que llamó Darwinion en 1911; que se convirtió en un reconocido centro botánico. El Darwinion publica una revista especializada, llamada Darwiniana, la principal publicación de Botánica argentina. Publicó más de 70 trabajos a lo largo de su carrera profesional, entre los que destacan Holmberg y las doctrinas evolucionistas (1915), los Estudios botánicos (1922, publicado por la Sociedad Científica Argentina), La migración de los helechos en la flora de Tucumán. De acuerdo con su deseo, Darwinion se convirtió en un Instituto de Botánica, dedicado sólo a la investigación científica, bajo la administración de la Academia de Ciencias de Buenos Aires.
  • Miguel Lillo: Nacido en Tucumán, fue un autodidacta que se dedicó apasionadamente a diversos estudios científicos, en especial los atinentes a la naturaleza. En 1905 publicó "Fauna Tucumana, Aves" haciendo conocer sus descubrimientos de nuevas especies; en esa época ya poseía la mayor colección de aves de su provincia. En 1914 la Universidad Nacional de La Plata le otorgó el título de Doctor Honoris Causa; tras enseñar química y física en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal, desde el mismo año 1914 dio cátedra en la Universidad Nacional de Tucumán. En 1918 se retiró del ejercicio de la docencia, si bien mantuvo el cargo honorario de director del Museo de Historia Natural de la Universidad de Tucumán. En diciembre de 1930, poco antes de morir, donó todos sus bienes a la Universidad Nacional de Tucumán; estos consistían en un amplio terreno, una considerable suma de dinero, su extensa biblioteca, su colección zoológica y su herbolario constituido por más de 20.000 ejemplares de unas 6.000 especies distintas. Con tal donación la Universidad Nacional de Tucumán constituyó la Fundación Miguel Lillo (inaugurada en 1933). Fue un naturalista poco común: sagaz y observador en extremo; profundamente erudito y dotado de una extraordinaria vocación científica. Especializado en botánica, fue sin embargo buen escritor al dedicarse a otras ramas de la ciencia, en particular la química y la zoología. Es relevante su contribución al conocimiento de los árboles de Argentina y de la familia botánica de las compuestas. Se empeñó también en la ornitología -disciplina en la cual también devino una autoridad-, la lingüística, la literatura clásica, estudiando asimismo las lenguas indígenas. Director del Museo de Historia natural de la Universidad de Tucumán y miembro de la Comisión Nacional de la flora argentina, obtuvo el premio Francisco Pascasio Moreno en 1928.

[editar] La Filosofía, la Sociología y la Historia

A comienzos de siglo predominaba en el país el pensamiento positivista, pero este declinaría en la década del cuarenta por obra de dos importantes filósofos:

  • José Ingenieros Su evolución de las ideas argentinas marcó rumbos en el entendimiento del desarrollo histórico de Argentina como Nación. En 1903 la Academia Nacional de Medicina lo premia por Simulación de la locura. Se lo nombra Jefe de la Clínica de Enfermedades Nerviosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Se convierte en pieza clave en la Cátedra de Neurología de Ramos Mejía y en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía de la Capital, del cual llega a director. De 1902 a 1913 se hace cargo del Instituto de Criminología de la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires; logra en 1908 la Cátedra de Psicología Experimental en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Durante ese mismo año funda la Sociedad de Psicología. En 1909 es electo Presidente de la Sociedad Médica Argentina. Se lo nombra Delegado Argentino del Congreso Científico Internacional de Buenos Aires. Complementa sus estudios científicos en las universidades de París, Ginebra, Lausana y Heidelberg. Sus ensayos sociológicos, El Hombre Mediocre y ensayos críticos y políticos hacen escuela en la enseñanza a nivel universitario en Argentina Además de dirigir su periódico bimestral "Seminario de Filosofía", mezcla su pasión por la ciencia con una ética social acentuada. En sus múltiples actividades demuestra una capacidad y penetración notorias, siendo considerado un intelectual de peso en su tiempo. En 1919 renuncia a todos los cargos docentes y comienza hacia 1920 su etapa de lucha política, participando de manera activa en favor del grupo progresista Claridad. En 1922 propone la formación de la Unión Latinoamericana, un organismo de lucha contra el imperialismo. Posteriormente se fue alejando del socialismo para acercarse a la perspectiva anarquista, convirtiéndose en uno de sus referentes en la Argentina.
  • Alejandro Korn: Se graduó de médico en 1882, con una tesis sobre Locura y crimen. En 1888 fue designado médico de Policía. Integró la Unión Cívica Radical. En 1897 fue designado como director del entonces Hospital Provincial de Alienados de Melchor Romero cargo en el que se desempeñó hasta 1916. Se desempeñó como consejero y vicerrector de la Universidad Nacional de La Plata, en 1903, cuando Dardo Rocha era el rector. A partir de entonces fue el profesor titular de la Cátedra de Historia de la Filosofía. En la UBA fue profesor interino de la Cátedra de Etica y Filosofía y Letras. Inclinado a las Humanidades, Korn desempeñó un rol director en el movimiento de la Reforma Universitaria de 1918. Fue elegido por los estudiantes como primer decano reformista de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. En 1931 se afilió al Partido Socialista (Argentina). El pensamiento de Alejandro Korn impulsó una profunda renovación de la filosofía latinoamericana en el marco del movimiento de la Reforma Universitaria. Korn orientó sus reflexiones al estudio de los valores y de la libertad humana, destacándose entre sus obras La libertad creadora (1922) y Axiología (1930). La filosofía de Korn combate frontalmente el realismo ingenuo, es decir los presupuestos y conclusiones generalmente espontáneos que se dan por evidentes en cada época y que están arraigados en todos los sistemas filosóficos, muchas veces como elementos sobreentendidos del análisis racional. La libertad creadora es un libro publicado por Claridad en 1922 en pleno proceso de la Reforma Universitaria iniciada en 1918 en Córdoba. Korn desempeñó un papel decisivo en la Reforma Universitaria, como protagonista (fue el primer decano elegido por los estudiantes) y como ideólogo del movimiento. En ese sentido La libertad creadora es una profunda reflexión filosófica sobre la libertad con el fin de promover el máximo protagonismo del hombre y la mujer comunes, del sujeto libre, en términos de Korn, en la transformación voluntaria del mundo. Con el mismo método de aproximación Korn sostiene que la justicia no existe como tal, que lo que existe es la injusticia y la constante lucha contra ella por alcanzar el ideal de justicia.

Otros figuras que se destacaron por su aporte al nacer de la filosofía argentina fueron Saúl Taborda, en investigaciones pedagógicas, Alberto Rougés, con sus profundos escritos filosóficos; y el prestigioso Francisco Romero.

Existió además una etapa de transición representada por el francés Paul Groussac (1848-1929), que vino a la Argentina siendo un joven, y que como director de la Biblioteca Nacional entre 1885 y 1925, dio a conocer documentos sobre el Río de la Plata. Publicó importantes trabajos históricos, en especial biográficos.

En historia, el campo más investigado es el de la historia del país, siendo su centro más importante la Academia Nacional de Historia, inaugurada en 1938. Una de sus publicaciones más destacada es la Historia de la Nación Argentina, dirigida por Ricardo Levene (1885-1959).

En cuanto a la historia de la ciencia, sin lugar a dudas que el principal referente fue el ingeniero, matemático e historiador José Babini (1897, 1984), quien logró que fuera considerada como una disciplina independiente en el país. A pesar de recibirse de ingeniero civil prefirió dedicarse a la enseñanza de las matemáticas, desempeñándose por más de diez años como docente en la Facultad de Química Industrial de la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, institución de la cual llegó a ser su decano. También enseñó en la Facultad de Ciencias de la Educación, situada en Paraná, en el Colegio Nacional y la Escuela Industrial. Junto con Julio Rey Pastor funda en 1936 la Unión Matemática Argentina (UMA) y la edición de su revista, que lo era también de la Asociación Física Argentina (AFA). Convocado por la Universidad del Litoral llega en 1938 el historiador de ciencia italiano Aldo Mieli (1879-1950), creador en Italia de la Academia Internacional de Historia de la Ciencia. Babini y Mieli se unieron entonces para crear en ese año, por intermedio de Rey Pastor, el Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad del Litoral (que funcionó hasta 1943 cuando fue intervenida la universidad) y editar una versión argentina de la revista europea Archeion (Archives Internationales d´Historie des Sciencies). A pesar del cierre Mieli dejó como legado la biblioteca especializada que había traído de Europa.

Mieli y Babini lograron que la historia de la ciencia en la Argentina dejase de ser una sumatoria de historias de las disciplinas o de biografías de los científicos destacados para convertirse en una disciplina autónoma. En 1949 Babini publicó Historia de la ciencia Argentina, primer libro escrito sobre el tema. Le sucederían una lista de más de 50 libros, entre ellos la terminación de la extensa y detallada Historia de la Ciencia comenzada por Aldo Mielli. Los trabajos de Babini en conjunto con Rey Pastor y Mielli originaron un interés editorial por los trabajos históricos acerca de la ciencia.

En 1955 Babini fue nombrado decano interventor de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. En 1957 fue nombrado organizador y rector interino de la Universidad Nacional del Nordeste y en 1958 director de Cultura del gobierno del presidente Arturo Frondizi. En este último año formó parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y se convirtió en el primer presidente del directorio de la Editorial Universitaria de Buenos Aires.

En cuanto a los estudios de filosofía de la ciencia y afines, en 1956 tuvieron su propio centro con la fundación de una Agrupación Rioplatense de Lógica y Filosofía Científica.

Fueron varios los filósofos españoles que colaboraron al desarrollo de su especialidad en nuestro país: José Ortega y Gasset (1883-1955), el penalista Luis Jiménez de Asúa, Manuel García Morente, que fue docente y científico en la Universidad de Tucumán, el pedagogo Lorenzo Luzuriaga, y el mediavalista Claudio Sánchez Albornoz.

[editar] Referencias

Referencia principal:

  • José Babini (1963), La Ciencia en la Argentina, Biblioteca de América, libros del tiempo nuevo. EUDEBA.

    [editar] Enlaces externos

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