Corporativismo
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El corporativismo es una doctrina que defiende un sistema económico basado en la centralización a través de organizaciones como empresas, sindicatos, gremios, colegios profesionales, etc. Se opone al desarrollo de la individualidad y la autogestión, haciéndo énfasis en la corporación y la planificación centralizada.
También se utiliza con un sentido peyorativo para designar las políticas económicas diseñadas para favorecer a las grandes empresas capitalistas.
[editar] Principales características económicas del corporativismo
El corporativismo se caracteriza por una rígida intervención del Estado en las relaciones productivas. Para lograr esta intervención a todos los niveles, se plantea la creación de sindicatos verticales que permitan el control. Hay un profundo rechazo a toda política económica de corte marxista. Hay una búsqueda del interés nacional, poniendo bajo el control del Estado las regulaciones de las relaciones laborales.
[editar] Características políticas de los regímenes que acogen el corporativismo como sistema económico
El partido único dirige el Estado por medio de un grupo de base reducido que se articula en una pirámide jerárquica, y cuyos miembros reciben instrucción paramilitar en las milicias. El valor de lo tradicional es muy importante para este tipo de regímenes. Suele producirse una reivindicación de los valores cristianos (o tradicionales en los países de tradición no cristiana), frente a la sociedad liberal. Se pretende la reinstauración de asociaciones del Antiguo Régimen, así como el orden social medieval, intentando llegar a una sociedad cristiana (tradicional) cercana al socialismo utópico.
Oposición al Marxismo y a las revoluciones anarcosindicalistas. Este tipo de regímenes tratan de buscar una plena identificación entre Estado y Patria.
[editar] Principales corrientes ideológicas que defienden el corporativismo como sistema económico
El fascismo dio la base ideológica para el sistema corporativista. Mussolini provenía de la órbita socialista italiana y gran parte de los principios del fascismo en el campo de la Economía eran adaptaciones marxistas a su ideología nacionalista e imperialista. El apoyo del capitalismo, el gran capital, al fascismo italiano fue en parte debido al miedo que tenían a la revolución socialista. Por eso Mussolini no pudo nacionalizar la totalidad de la economía, para no perder apoyos en su principal fuente de ingresos, pero sí que introdujo en la economía de la Italia fascista multitud de elementos de intervención que sentaron las bases del corporativismo. La ideología fascista en su ámbito económico -y, por lo tanto, corporativista- fue exportada en los años treinta a Alemania y a España, donde Hitler y Franco ya gobernaban. La base económica de los primeros años del franquismo en España fue aportada por el falangismo, cuyo principal ideólogo fue José Antonio Primo de Rivera. Primo de Rivera, junto a otros personajes que aportaron mucho en el campo de la ideología nacionalsindicalista como Ramiro Ledesma Ramos, creador de las JONS junto a Onésimo Redondo, hicieron una adaptación de la ideología fascista italiana para las características españolas. Ledesma Ramos, como Mussolini, provenía de la izquierda revolucionaria, en este caso del anarco-sindicalismo, lo que le dio la idea de la organización sindical corporativa: el sindicato vertical.
Hitler también se vio atraído por las ideas de Mussolini y no tardó en mandar a sus hombres que adaptaran las ideas económicas del fascismo a la situación del III Reich. La base económica del nacionalsocialismo era corporativista.
[editar] El Corporativismo en la actualidad
Hoy en día pocas organizaciones políticas defienden abiertamente el corporativismo, a pesar de que las encuestas de opinión señalan las preferencias reales de la ciudadanía por este tipo de sistema en que hay un cierto nivel de libertad económica y mercado pero con una fuerte intervención del Estado para asegurar lo que se ha llamado el interés general. [cita requerida]
Lo cierto es que un sistema de este tipo supone muchas trabas al liberalismo económico y, por lo tanto, al liberalismo político.
Encubiertamente, muchas políticas que se llevan a cabo en el mundo occidental ocultan políticas económicas corporativistas. Cada día son más frecuentes las intervenciones de las instituciones gubernamentales en los mercados para, supuestamente, corregir fallos de mercado, pero extralimitándose en ese objetivo y llegando a una completa regulación e intervención de la Economía.
Se observa en los últimos años como los presupuestos de los estados van aumentando cada vez más y cómo la participación estatal en la economía es más grande, creando una dependencia muy fuerte de los agentes económicos al Estado. Partidas y sectores como la investigación y desarrollo, el gasto militar, la política energética, el mercado laboral, el comercio internacional, etc. tienen una mayor importancia en el presupuesto de los estados y están cada vez más intervenidos. Muchos grupos atacan a gobiernos que se autocalifican como liberales alegando que sus políticas económicas están más orientadas a beneficiar ciertas empresas que a los objetivos tradicionales de crecimiento económico.