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Postmodernidad - Wikipedia, la enciclopedia libre

Postmodernidad

De Wikipedia, la enciclopedia libre

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En términos de corrientes culturales, el postmodernidad designa generalmente un amplio número de movimientos artísticos, culturales y filosóficos del siglo XX, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación del modernismo. En sociología en cambio, los términos postmoderno y postmodernización se refieren al proceso cultural observado en muchos países en las últimas dos décadas, identificado a principios de los 70, esta otra acepción de la palabra se explica bajo el término postmaterialismo.

Las distintas corrientes del movimiento postmoderno aparecieron a lo largo del tercio central del siglo XX. Histórica, ideológica y metodológicamente diversos, comparten sin embargo un parecido de familia centrado en la idea de que la renovación radical de las formas tradicionales en el arte, la cultura, el pensamiento y la vida social impulsada por el proyecto modernista fracasó en su intento de lograr la emancipación de la humanidad, y de que un proyecto semejante es imposible o inalcanzable en las condiciones actuales.

Frente al compromiso riguroso con la innovación, el progreso y la crítica de las vanguardias artísticas, intelectuales y sociales, al que considera una forma refinada de teología autoritaria, el posmodernismo defiende la hibridación, la cultura popular, el decentramiento de la autoridad intelectual y científica y la desconfianza ante los grandes relatos.

Tabla de contenidos

[editar] Antecedentes del término

Si bien la acepción más usual del posmodernismo se popularizó a partir de la publicación de La condición posmoderna de Jean-François Lyotard en 1979, varios autores habían empleado el término con anterioridad. Es muy importante destacar que no debe confundirse los términos "modernidad" y "modernismo" y "posmodernidad" y "posmodernismo" respectivamente. "Modernidad" se refiere a un periodo histórico muy amplio que supone referirse a sus características políticas, sociales, económicas, etc. Así podríamos -por ejemplo- hablar de la civilización o cultura moderna en un sentido muy amplio y ese es el sentido que generalmente se le da en el ámbito de la filosofía política, la teoría sociológica y la teoría crítica. Siguiendo el mismo ejemplo, puede hablarse de la cultura posmoderna. Por otra parte, el par "modernismo" y "posmodernismo" se usan para referirse a una corriente estética que emergió primeramente en la literatura, en las artes plásticas y luego en la arquitectura. Así, en este segundo caso, podemos hablar de la literatura modernista o posmodernista, al igual que en la arquitectura. Por ejemplo, suele decirse que la Ciudad de de las Vegas en EE.UU. es un caso paradigmático de arquitectura posmodernista. La confusión entre ambos planos ha generado muchas dificultades de comprensión y debe tenerse siempre en cuenta.

Por ejemplo en el sentido estético, el pintor inglés John Watkins Chapman designó como «posmodernismo» una corriente pictórica que intentaba superar las limitaciones expresivas del impresionismo sin recaer en el convencionalismo de la pintura académica; el término no se popularizó, prefiriéndose la designación de «postimpresionismo» sugerida por el crítico Roger Fry. Aunque el posmodernismo en este sentido no guarda más que una relación muy lejana con el posmodernismo tal como se entiende habitualmente —coincidiendo por lo general, de hecho, con los principios teóricos y metodológicos del modernismo artístico— la relación de ambigüedad entre la superación y la conservación que dificulta la definición del mismo ya se hace aparente aquí. En el sentido cultural más amplio -o más bien dicho en el sentido de civilización- el uso que Arnold J. Toynbee haría del término para indicar la crisis del humanismo a partir de la década de 1870 está relacionado con fracturas amplaias que exceden con mucho los aspectos esteticos y se relacionan con la organización social en su conjunto, como también lo observaría Marx, Freud y Nietzsche.

En 1934 el crítico literario Federico de Onís empleó por primera vez el posmodernismo como una reacción frente a la intensidad experimental de la poesía modernista o vanguardista, identificada sobre todo con la producción de la primera época de Rubén Darío; de Onís sugiere que los distintos movimientos de retorno o recuperación —de la sencillez lírica, de la tradición clásica, del prosaísmo sentimental, del naturalismo, de la tradición bucólica, etc.— son provocados por la dificultad de las vanguardias, que las aísla del público. Varios de estos rasgos reaparecerán en análisis posteriores, aunque la obra de de Onís no dejó huella directa en la tradición teórica. El uso del término por Bernard Smith en 1945 para designar la crítica a la abstracción por parte del realismo soviético y por Charles Olson para indicar la poesía de Ezra Pound estaba a caballo entre las dos concepciones anteriores. Si bien subrayaba la ruptura con las tendencias del modernismo, se carecía de un armazón teórico que permitiese distinguir la producción de las vanguardias —en sí compleja y multiforme— de la de sus críticos de una manera decisiva. Sólo a fines de la década de 1950, a partir de los trabajos de los críticos literarios Harry Levin, Irving Howe, Ihab Hassan, Leslie Fiedler y Frank Kermode, el término comenzó a utilizarse de una manera sistemática para designar la ruptura de los escritores de posguerra con los rasgos emancipatorios y vanguardistas del modernismo, concebido éste último como la exploración programática de la innovación, la experimentalidad, la autonomía crítica y la separación de lo cotidiano. La concepción no estaba exenta de dificultades, y algunos autores a los que Levin y Howe —ambos intelectuales «comprometidos» y de izquierdas— criticaron, como Samuel Beckett, fueron simultáneamente percibidos por otros teóricos de la cultura —entre ellos Theodor Adorno, un modernista destacado en derecho propio— como la forma más refinada de modernismo. Sin embargo, lo central de esta noción —el posmodernismo como renuncia a la teleología emancipatoria de las vanguardias— sigue siendo considerado el rasgo más distintivo del postmodernismo.

El rasgo fundamental de la ruptura no estuvo en la corrección de la frialdad y las deficiencias arquitectónicas de los edificios modernistas, sino en el rechazo absoluto de la posibilidad de producir una innovación verdaderamente radical. El eje del pensamiento moderno —tanto en las artes como en las ciencias— había estado centrado en la idea de evolución o progreso, entendido como la reconstrucción de todos los ámbitos de la vida a partir de la sustitución de la tradición o convención por el examen radical no sólo del saber transmitido —como por ejemplo la forma sinfónica en música, el retrato de corte en pintura o la doctrina clásica del alma en antropología filosófica— sino también de las formas aceptadas de organizar y producir ese saber —como la tonalidad, la perspectiva o la primacía de la conciencia; la noción de discontinuidad había adquirido dignidad filosófica a través de la interpretación marxista y nietzscheana de la dialéctica de Hegel.

En el sentido cultural o de civilización podemos señalar que las tendencias posmodernas se han caracterizado por la dificultad de sus planteamientos, ya que no forman una corriente de pensamiento unificada. Sólo podemos indicar unas características comunes que son en realidad fuente de oposición frente a la cultura moderna o indican ciertas crisis de ésta. Por ejemplo la cultura moderna se caracterizaba pos su pretensión de progreso, es decir se suponía que los diferentes progresos en las divesas áreas de la técnica y la cultura garantizaban un desarrollo lineal marcado siempre por la esperanza de que el futuro será mejor. Frente a ello la posmodernidad plantea la ruptura de esa linealidad temporal marcada por la esperanza y el predominio de un tono emocional nostálgico o melancólico. Igualmente, la modernidad planteaba la firmeza del proyecto de la Ilustración de la que se alimentaron -en grado variable- todas las corrientes políticas modernas, desde el liberalismo hasta el marxismo, nuestra definición actual de la democracia y los derechos humanos. La posmodernidad plantea posiciones que señalan que ese núcleo ilustrado ya no es funcional en un contexto multicultural, que la Ilustración -a pesar de sus aportes- tuvo un caracter etnocentrico y autoritario-patriarcal basado en la primacía de la cultura europea y que por ello o bien no hay nada que rescatar de la Ilustración o bién, aunque sea posible, ya no es deseable. Por ello, la filosofía posmoderna ha tenido como uno de sus principales aportes el desarrollo del multiculturalismo y los feminismos de la diferencia. Los principales opositores a los planteamientos de la posmodernidad han sido los miembros de la teoría crítica y los marxistas más contemporaneos, que si bién reconocen los fallos de la modernidad y su centro ilustrado reconocen como valiosos e irrenunciables ciertos valores democraticos de igualdad y ciudadanía. Dichos valores -plantean estos autores, como por ejemplo Habermas- son la única salvaguarda frente a la fragmentación social y la precarización del estado nacional. Por ello plantean que más que buscar una posmodernidad hay que llevar a cabo -como proyecto filosófico y político- una nueva Ilustración de la modernidad. Luego de los atentados del 11 de septiembre y los profundos cambios geopolíticos que trajeron, además del debilitamiento de la fuerza jurídica vinculante de los derechos humanos, la discusión de la posmodernidad perdió fuerza, ya que como hemos dicho antes, ésta se caracteriza -por lo menos hasta ahora- por sus definiciones por negación. El término posmodernidad ha dejado paso a otros como modernidad tardía, modernidad líquida, sociedad del riesgo, globalización, capitalismo tardío o cognitivo, que se han vuelto categorías más eficientes de analisis que la de posmodernidad. En cambio, posmodernismo sigue siendo una categoría que en los ámbitos estéticos se ha manifestado muy productiva y no necesariamente contradictoria con las recién indicadas.

[editar] Arte postmoderno

La Ópera de Sydney
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La Ópera de Sydney

El posmodernismo en sentido artístico abarca un gran número de corrientes desde los años 1950 hasta la actualidad; es difícil precisar en general los límites entre las realizaciones más arriesgadas del modernismo y las primeras obras posmodernas, aunque algunas artes —entre las que destaca la arquitectura— gozaron de un movimiento posmoderno programático y organizado desde muy temprano. Los rasgos más notables del arte posmoderno son la valoración de las formas industriales y populares, el debilitamiento de las barreras entre géneros y el uso deliberado e insistente de la intertextualidad, expresada frecuentemente mediante el collage o pastiche.

Dentro del arte actual, se basa un poco en el apropiacionismo, el retomar a ciertos artistas, sus argumentos y sus obras, muchas veces modificándolas o alterándolas dándole otra connotación diferente.

El cine y la televisión son hoy en día algunos de los medios de comunicación más capaces de manifestar las características de este arte.

[editar] Arquitectura

Artículo principal: Arquitectura postmoderna

Probablemente el primer desarrollo artístico deliberadamente postmoderno tuvo lugar en la arquitectura. Los arquitectos vanguardistas de la primera mitad del siglo XX —la Bauhaus de Mies van der Rohe y Walter Gropius— habían buscado deliberadamente romper con sus obras la estructura del tejido urbano en el que se insertaban, prefiriendo enfatizar la funcionalidad, simplicidad y pureza de líneas del edificio. El compromiso con la renovación de las formas de vida en la evolución de la sociedad llevaba a los modernos a intervenir radicalmente en el mismo concepto de la vivienda, famosamente definida por Le Corbusier como «máquina para vivir», buscando el potencial emancipatorio de la arquitectura en la innovación.

El posmodernismo arquitectónico de los años 50 y 60 se resintió de estas intervenciones —algunas de las cuales habían tenido resultados desastrosos—, e intentó atemperar los rasgos de practicidad y las mejoras estructurales y de materiales del modernismo con el retorno a formas más convencionales y familiares. El estilo resultante —un collage de distintas tradiciones, pero sobre todo un compromiso con los gustos populares y con lo establecido que hubiera resultado inaceptable para los rigurosos modernistas— fue vigorosamente defendido contra la estrategia moderna, y produjo obras de mucho fuste, sobre todo en los Estados Unidos.

[editar] Filosofía postmoderna

La identificación de concepto posmodernidad en filosofía y cultura como una entidad distinta del modernismo, y el esclarecimiento de los vínculos entre ambos, es una cuestión aún abierta en la teoría contemporánea. La crítica de las nociones lineales de la historia ha llevado a sus partidarios a definir como posmodernos autores del siglo XIX —sobre todo Friedrich Wilhelm Nietzsche— y aún de la Antigüedad clásica —Protágoras, Gorgias, Isócrates y otros sofistas—. Este artículo examinará brevemente los precursores, pero se concentrará en la producción teórica relacionada de manera más o menos directa con la crisis del estructuralismo en los años 1960.

La idea de un pensamiento postmoderno ha sido fuente de arduas discusiones y aún lo continúa siendo.

Una de las fuentes de esta discusión se encuentra en que no es capaz de definirse en términos precisos, pues son el resultado de diferentes ideas, pensamientos y percepciones en los distintos campos de la cultura occidental. Así en el campo científico, la teoría de la relatividad y posteriormente la física cuántica, revolucionaron la física gravitacional newtoniana y la forma de interpretar el universo. Del mismo modo lo han hecho en el campo filosófico. En la ciencia ha sido muy importante la enunciación del Principio de incertidumbre de Heisenberg, nombre que define una de las mayores características del pensamiento postmoderno así como las consecuencias del teorema de Bell.

Lo mismo ha ocurrido en el área de la psicología y de la psiquiatría con el devenir del psicoanálisis. Aunque Freud ha sido siempre tratado como un autor moderno en el sentido que si bién critica algunos aspectos de la cultura moderna -especialmente en El malestar de la cultura- algunos de sus seguidores como Laing y Lacan se han deslizado hacia planteamientos posmodernos.

El filósofo italiano Gianni Vattimo define el pensamiento postmoderno con claridad: en él lo importante no son los hechos sino sus interpretaciones. Así como el tiempo depende de la posición relativa del observador, la certeza de un hecho no es más que eso, una verdad relativamente interpretada y por lo mismo, incierta. El modelo determinista de la causalidad, de la verdad de un sujeto fuerte al estilo de Hegel, Kant e incluso Marx y el planteamiento del tiempo lineal como el de Leibniz son puestos en tela de juicio.

En la literatura el posmodernismo -no confundir con posmodernidad- provocó la fusión del espacio y del tiempo en la narración y la percepción difusa de la realidad, así como los distintos puntos de vista del o de los narradores, junto a la simultaneidad de los géneros, especialmente en la novela, llevó a la ruptura de las técnicas clásicas, abolidas por una absoluta libertad tanto en estilo, forma y fondo. La literatura de imágenes donde la realidad y la ficción comparten el mismo espacio-tiempo se asemeja a la cinematografía, donde los dibujos animados comparten los mismos lugares y la misma vida que los actores de carne y hueso.

La postmodernidad, por más polifácetica que parezca, no significa una ética de carencia de valores en el sentido moral, pues precisamente su mayor influencia se manifiesta en el actual relativismo cultural y en la creencia de que nada es totalmente malo ni absolutamente bueno. La moral postmoderna es una moral que cuestiona el cinismo religioso predominante en la cultura occidental y hace énfasis en una ética basada en la intencionalidad de los actos y la comprensión inter y transcultural de corte secular de los mismos.

Es una nueva forma de ver la estética, un nuevo orden de interpretar valores, una nueva forma de relacionarse, intermediadas muchas veces por los factores postindustriales; todas éstas y muchas otras son características de este modo de pensar.

Uno de los síntomas sociales más significativos de la postmodernidad se encuentra en la saga de películas Matrix, donde el realce de la estética y la ausencia de culpa causal, unidos a la percepción de un futuro y una realidad inciertas, se hacen evidentes. Otros ejemplos más relevantes los encontramos en Blade Runner, Irreversible y un ejemplo español de culto Smoking Room. En todos ellos observamos un preeminencia de los fragmentos sobre la totalidad, ruptura de la linealidad temporal, abandono de la estética de lo bello al estilo kantiano, pérdida de la cohesión social y sobre todo la primacía de un tono emocional melancólico y nostálgico.

Los pensadores más destacados de las corrientes posmodernas son Jean Baudrillard, Jean-François Lyotard, Michel Foucault, Gianni Vattimo, Jacques Derrida, entre otros.

[editar] Posmodernidad e historiografía

Los historiadores también se han visto influidos por las teorías posmodernas, llegando incluso a plantearse su profesión. La posmodernidad afecta a la historiografía de dos modos:

  • Niega la posibilidad de construir grandes relatos, es decir, niega el empirismo histórico como base de sus paradigmas.
  • Niega la posibilidad de reconstruir el pasado ya que los documentos no son pruebas reales de lo sucedido sino discurso y representaciones.

Estas teorías han provocado dos grandes cambios:

  • El interés por estudiar la historia cultural de las minorías y los sujetos subalternos.

[editar] La introducción de la posmodernidad en la historia

Los historiadores han reflexionado sobre la epistemología muy frecuentemente, pero es en este momento cuando el debate es más fuerte. Una de las causas ha sido la deriva intelectual norteamericana hacia el ámbito del lenguaje a finales de los setenta, como una forma de criticar al paradigma de la historia social. También se puede señalar como causa de este debate la introducción de la filosofía, la reorientación de las ciencias sociales al análisis histórico y el surgimiento de perspectivas metodológicas nuevas: las «micro» y las culturales. Se considera el congreso celebrado en Cornell en 1980 como la entrada en escena de esta tendencia.

[editar] Consecuencias para la historiografía

El impacto de estas teorías ha provocado dos reacciones: por un lado nos encontramos con los que han rechazado cualquier intento de reconstruir el pasado, pues ello supondría incurrir en una violencia epistemológica. Así pues no les queda más que estudiar la cultura como conjunto de símbolos. Por otro lado otros historiadores han asumido lo positivo y constructivo para modernizar las formas de escribir historia. Éste es el caso de la microhistoria, uan tendencia de historia cultural nacida en Italia en los setenta. El objeto de estudio es el conflicto cotidiano en su escala más reducida, en el sujeto. Estudia la cultura como una jaula donde el individuo puede ejercer su libertad de forma limitada. Giovanni Levi y Carlo Ginszburg son dos grandes «microhistoriadores». Otros intentos de compatibilizar historia y posmodernismo lo representan autores como N. Z. Davis, que han explicado pequeños conflictos pero trascendiendo de las explicaciones economicistas y dando paso a los valores morales y éticos de los sujetos sociales.

[editar] Definiciones y críticas de postmodernidad según autores

Jürgen Habermas: Este autor ha sido el principal crítico de las nuevas corrientes posmodernas. Para este autor, la posmodernidad en realidad se presenta como anti-modernidad. Él define a los posmodernistas como 'jóvenes conservadores' y dice que estos recuperan la experiencia básica de la modernidad estética; 'reclaman como suyas las confesiones de algo que es subjetivo, liberado de las obligaciones del trabajo y la utilidad y con esta experiencia dan un paso fuera del mundo moderno. Este autor defendía la diversidad de las diferentes culturas bajo el primado de los derechos humanos como base normativa de "una vida libre de dominación". Ello supone llevar cabo un asegunda Ilustración de la modernidad que corrija sus fallos, al tiempo que preserve sus logros ciudadanos y democráticos.

Jean-François Lyotard: Este autor critica la sociedad actual postmoderna y dice que va más allá de lo estético, critica la desaparición de los relatos marxistas porque estamos determinados por factores económicos y hay ausencia de libertad que es lo que caracterizaba a este movimiento, criticaba los relatos idealistas, iluministas, el cristiano y el liberal así como la desaparición de los mandatos. La cultura posmoderna también se caracteriza por desconfiar en esos relatos y buscaban las verdades de esos relatos basándose en sus efectos prácticos. Defendía la pluralidad cultural y que la humanidad no ha de tender a la modernidad, lo contrario que Habermas.

Andreas Huyssen: Para este autor, existe una relación entre modernismo estético y el postestructuralismo (que es una variante de modernismo confiado en su rechazo de la representación y la realidad en su negación del sujeto, la historia, etc.) Este autor defiende que la cultura posmoderna debería ser captada en sus logros y sus pérdidas, en sus promesas y perversiones e intenta defender con sus obras (Dialecta Escondida, Guía de la Posmodernidad...) que si las vanguardias intentaron cambiar el mundo, más lo hizo la tecnología, la industria cultural. El surgimiento de la cultura posmoderna se debió a las nuevas tecnologías que se apoyan en el lenguaje: los medios de comunicación y la cultura de la imagen. Según Lyotard, las tecnologías comunicativas han producido una sociedad de la información.

[editar] Bibliografía

  • Perry Anderson. Los orígenes de la postmodernidad. Anagrama. Madrid, 2000. ISBN 84-339-0591-0
  • Jurgen Habermas. «El discurso filósofico de la modernidad», en El pensamiento postmetafísico. Taurus. Madrid, 1990. ISBN 84-306-1300-5
  • Gonzalo Pasamar Alzuria. La historia contemporánea, aspectos teóricos e historiográficos. Síntesis. Madrid, 2000 (pp. 133-141). ISBN 84-7738-786-9

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