Fuego griego
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El denominado fuego griego era un arma naval usada por el Imperio Bizantino, supuestamente inventada por un refugiado cristiano sirio llamado Calínico, originario de Heliópolis hacia 673. Algunos autores piensan que Calínico recibió el secreto del fuego griego de los químicos de Alejandría. Lanzaba un chorro de fluido ardiente, y podía emplearse tanto en tierra como en el mar, aunque se utilizó preferentemente en el mar.
Gracias a ella, la marina del imperio consiguió rechazar un masivo ataque naval de los árabes, constituyendo así un freno a las intenciones expansionistas del Islam, y salvando de la posible conquista desde el Este a Europa Occidental.
[editar] Fabricación
Consistía en el lanzamiento de una mezcla viscosa que en estudios recientes ha dado como siete los ingredientes de esta arma: petróleo en bruto, o nafta, para que flotase sobre el agua, azufre, que al entrar en combustión, emite vapores tóxicos, cal viva, que reacciona liberando mucho calor al entrar en contacto con el agua (el suficiente para prender materiales combustibles), resina, para activar la combustión de los ingredientes, grasas para aglutinar todos los elementos, y nitrato potásico, salitre, que desprende oxígeno al prender, permitiendo de esta forma que el fuego continúe ardiendo bajo el agua. Tras lanzar la mezcla a través de unos largos tubos instalados en la embarcación, la mezcla entraba en ignición al contacto con el agua, incendiando las embarcaciones enemigas.
El motivo por el que se desconoce su composición es muy simple: la marina bizantina de la Alta Edad Media era, con mucho, la dueña del Mediterráneo Oriental, y en la posesión del fuego griego estaba una de las claves de su superioridad, de manera que esta arma se consideraba secreta.
Algunos historiadores ingleses dicen que la Armada Invencible de Felipe II sucumbió ante Francis Drake, que ideó una hilera de barriles de fuego griego incendiados justo al atravesarlos en la Batalla del Canal de la Mancha.