Disipador
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Un disipador es un elemento físico, sin partes móviles, destinado a eliminar el exceso de calor de cualquier elemento.
Su funcionamiento se basa en la Segunda ley de la termodinámica, transfiriendo el calor de la parte caliente que se desea disipar al aire. Este proceso se propicia aumentando la superficie de contacto con el aire permitiendo una eliminación más rápida del calor excedente. Cada disipador tiene un coeficiente de disipación específico que se calcula de esta manera:
Donde:
Rd − a es el coeficiente de disipación específico de cada disipador (ºC/W).
Td es la temperatura del disipador (ºC).
Ta es la temperatura ambiental (ºC).
P es la energía disipada (W).
Al usar esta fórmula hay que tener en cuenta que el flujo de aire que recibe el disipador influye en el valor del coeficiente de disipación, siendo menor el coeficiente cuanto mayor sea el flujo. Dicho de otra manera, cuanto mayor sea la corriente de aire que roce con el disipador menor tendrá que ser la diferencia de tempreaturas para disipar la misma cantidad de calor.
En los aparatos electrónicos se suelen usar para evitar un aumento de temperatura en algunos componentes. Por ejemplo se emplea sobre transistores en circuitos de potencia para evitar que las altas corrientes a alta frecuencia puedan llegar a quemarlos.
En los ordenadores a veces también se usa, como por ejemplo en algunas tarjetas gráficas o en el microprocesador, pero cuando no son suficientes los disipadores o el tamaño de éstos es desproporcionado se opta por usar ventiladores o refrigeración líquida.
Por ejemplo, éste es un procesador Pentium III a 800 MHz (con conexión Slot 1), que lleva incorporado un disipador alargado, y dos ventiladores, cada uno de ellos con un cable para ser conectado a la placa base.
Las tiendas de informática suelen incluir un disipador y 1 o más ventiladores aunque no sean estrictamente necesarios, ya que es una forma barata de prevenir los problemas que pueda haber por sobrecalentamiento.