Combate de San Lorenzo
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El Combate de San Lorenzo tuvo lugar el 3 de febrero de 1813.
Montevideo estaba sitiado por el ejército de José Rondeau, de modo que los españoles tenían que hacer uso del mar para abastecerse. Frecuentemente una escuadrilla realista salía de Montevideo en dirección al Paraná, y sus hombres merodeaban las costas robando los ganados. Una expedición compuesta de once embarcaciones, que había salido de Montevideo con el propósito indicado, fue seguida paralelamente por tierra por el coronel de Granaderos a caballo José de San Martín, al frente de 125 hombres de su Regimiento de Granaderos a Caballo.
Las fuerzas de San Martín se adelantaron, deteniéndose cerca de la posta de San Lorenzo, situada 26 km al norte del Rosario. En tal lugar existe el convento de San Carlos, en donde encerró San Martín a sus granaderos, de modo que la escuadrilla realista no pudo observarlos. Cuando los españoles desembarcaron, los granaderos sable en mano, los persiguieron obligándolos a huir despavoridos. Algunos se arrojaron al río desde la barranca y perecieron ahogados. En la persecución rodó el caballo de San Martín, que quedó apretándole una pierna. Un enemigo iba a clavarle la bayoneta, pero en el preciso instante se interpuso el sargento Juan Bautista Cabral, que salvó a San Martín y con él, como bien se ha dicho, la libertad de medio continente.
Fuentes: Historia Argentina y Americana de Ricardo Levene y Ricardo Levene (hijo), Diario Clarin en Internet.
[editar] Marcha de San Lorenzo
Febo asoma; ya sus rayos iluminan el histórico convento; tras los muros, sordos ruidos oír se dejan de corceles y de acero. Son las huestes que prepara San Martín para luchar en San Lorenzo; el clarín estridente sonó y a la voz del gran jefe a la carga ordenó. Avanza el enemigo a paso redoblado, al viento desplegado su rojo pabellón (bis). Y nuestros granaderos, aliados de la gloria, inscriben en la historia su página mejor (bis). Cabral, soldado heroico, cubriéndose de gloria, cual precio a la victoria, su vida rinde, haciéndose inmortal. Y allí salvó su arrojo, la libertad naciente de medio continente. ¡Honor, honor al gran Cabral! (bis)
Letra: Carlos Javier Benielli; música: Cayetano. A. Silva.