Ciencia ficción dura
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La ciencia ficción dura (traducción literal del término inglés «hard science fiction o hard SF») es un subgénero de la ciencia ficción bajo cuyo epígrafe se incluyen aquellas novelas y relatos en las que el componente científico desempeña un papel fundamental en la trama de la historia.
La característica fundamental que distingue la ciencia ficción dura de otras es el énfasis que pone en las descripciones de una tecnología o ciencia avanzada, y en la verosimilitud de las descripciones tanto científicas (generalmente de las ciencia "duras", como la física, la química o la biología, en contraposición de las ciencias sociales) como técnicas incluidas o esbozadas.
Históricamente la ciencia-ficción dura se ha consolidado como una corriente importante dentro de la ciencia ficción, llegando incluso a considerarse por ciertos sectores (generalmente científicos o asociados a éstos) como su esencia misma. Esta consideración ha derivado en frecuentes choques con los cultivadores y aficionados de otras corrientes de la ciencia ficción, polémicas generalmente englobadas bajo epígrafes como "El Fondo frente a La Forma".
Podemos considerar como primer autor de este subgénero de la ciencia ficción a Jules Verne, que en su De la Tierra a la Luna nos describe con todo lujo de detalles científicos un viaje hasta nuestro satélite (naturalmente, sujeto a la limitación de los conocimientos de los que se disponía en su época).
Algunos autores considerados como típicamente de ciencia ficción dura son Hal Clement, Arthur C. Clarke, Larry Niven, Stanislaw Lem y más recientemente John Varley, Gregory Benford, Greg Bear, Charles Sheffield, Robert L. Forward, Greg Egan, Vernor Vinge o Stephen Baxter. Otros autores oscilan en sus registros, cultivando tanto este subgénero como otros. Tal es el caso de Isaac Asimov, Poul Anderson o el mismísimo Robert A. Heinlein.
Algunas de las consideradas mejores obras del hard son las novelas:
- Misión de gravedad (1954) de Hal Clement, donde se nos describe la vida en un planeta con gravedades que oscilan entre las 3 y las 600 G.
- Tau Cero (1970) de Poul Anderson, donde una nave sin control se acerca a la velocidad de la luz produciéndose todo tipo de efectos extraños.
- Mundo Anillo (1970) de Larry Niven, en la cual se nos describe un mundo con forma anular que se extiendo alrededor de toda la órbita de su sol.
- Cita con Rama (1973) de Arthur C. Clarke
- Fuentes del paraíso (1979) de Arthur C. Clarke, famosa por ser la primera utilización en la ciencia ficción (junto a La telaraña entre los mundos de Charles Sheffield) del concepto de ascensor espacial.
- Cronopaisaje (1980) de Gregory Benford, de las que más se han acercado a cómo es en realidad el mundo científico, mezclado con una trama de comunicaciones con el pasado.
- Huevo del dragón (1980) de Robert L. Forward, en la que nos asombramos con la descripción de formas de vida en una estrella de neutrones.
- Fiasco (1986) de Stanislaw Lem, en la cual el autor nos sorprende con una visión un tanto pesimista de la capacidad tecnológica humana que llega al punto de ser hábil en la resucitación de muertos y en la manipulación del tiempo y de un sistema planetario entero.
- Cuarentena (1992) de Greg Egan, que mezcla metafísica con física cuántica.
En América Latina:
- Espiral (1982) de Agustín de Rojas, la destrucción de la Tierra por guerras nucleares y biológicas narrada a través de la perspectiva del hombre que lucha por salvar al planeta. Novela poco conocida aunque de gran calidad.