Libro de Job
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Job (hebreo אִיּוֹב, Iyov) es un libro bíblico del Antiguo Testamento. En la Biblia católica (Nacar-Calunga) figura como el primero de los Libros Sapienciales, ubicado entre II Macabeos y los Salmos; mientras que en el Tanaj hebreo, aparece entre los Proverbios y Cantar de los Cantares.
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[editar] Autor y época
Su autor es desconocido, aunque la tradición lo atribuye a la pluma de su propio protagonista.
Existen entre los especialistas divergencias con respecto a la fecha de composición: algunos han dicho que proviene de la época mosaica mientras que otros lo colocan en tiempos postexílicos. La mayoría de los estudiosos modernos coinciden con esta última datación, lo que ubicaría la redacción del libro entre los años 500 y 250 a.C.
[editar] Posible origen de la historia narrada
El autor anónimo pudo haberse inspirado en una historia popular judía para situar su historia, que está narrada como un poema moral escrito en prosa. Más tarde, otro autor o editor agregó un personaje (el cuarto que dialoga con Job) que también acude a consolarlo (Job 35-37).
El tema de Job (el justo que sufre injustamente) fue muy frecuentado por los autores egipcios: ya desde el Imperio Medio los filósofos nilóticos habían estudiado la paradoja, pero nunca habían encontrado una respuesta al angustioso enigma de por qué hay buenos que sufren y malvados que disfrutan.
Las culturas mesopotámicas también se ocuparon del asunto en su literatura popular: se cuenta la historia de un rey que, aproximadamente en el siglo XX a.C., perdió sus posesiones y se enfermó. Rogando piadosamente al dios Marduk, el soberano consiguió que se le restituyeran el trono y la salud. Como se ve, este episodio es parecidísimo al de Job.
[editar] División del libro
El libro de Job consta de cinco secciones bien diferenciadas:
- Un prólogo en prosa (capítulos 1 y 2)
- Una serie de discursos dramáticos que tienen lugar entre Job y tres de sus amigos, Elifaz, Bildad y Sofar (caps. 3-31)
- Un diálogo entre Job y Elihú, un cuarto amigo (caps. 32-37)
- Discursos de Dios "desde el seno de la tempestad" (caps. 38-42)
- Un breve epílogo en prosa (cap. 43).
[editar] Tema tratado
Ya desde la más remota Antigüedad los pensadores se han enredado en el espinoso problema del hombre bueno que sufre y del malo feliz. Incluso Platón se preocupó del asunto y le dio una formulación precisa, aunque sin encontrarle una solución que no chocara contra la filosofía y la moral.
Varios mitos griegos se refieren a temas parecidos: Prometeo es culpable, pero la enormidad de su castigo lo rebela; Edipo Rey sufre el castigo de los dioses por un pecado que él no era consciente de estar cometiendo; Hércules no ha pecado, pero los puños de los dioses terminan por aplastarlo.
Es este, precisamente, el tema que trata el libro de Job: el protagonista es un hombre religioso, bueno y justo, a quien Dios permite que Satanás someta a numerosas y espantosas pruebas. Mientras Job sufre bajo las acechanzas del Mal, tres buenos amigos intentan consolarlo, tratando de convencerlo de que si sufre es por culpa de sus propios pecados.
Job se enoja y se defiende, pues él sabe que eso es un infundio y rechaza ese argumento con energía. Cuando aparece un cuarto amigo que explica que el sufrimiento templa al alma y al espíritu, Job continúa quejándose.
Por último, Yahvéh en persona se hace presente, reprende a Job por no haber aceptado Su voluntad y por sus quejas, y devuelve al protagonista a su antigua felicidad.
[editar] Problemas filosóficos y teológicos planteados
Desde el punto de vista de la mentalidad judía, el problema que ofrece el libro de Job es complicadísimo. Para el judío, todo el Bien y todo el Mal proviene de Dios, porque Él ha creado todo. Dios, al mismo tiempo, es completamente justo y observa una moralidad completa. ¿Cómo es posible que someta a Job a la aparente injusticia que se narra en el libro?
Correspondió, entonces, estudiar la forma en que Dios opera Su justicia. La respuesta de los libros bíblicos es que:
- Dios ejerce la justicia en el mundo real, y
- Dios ejerce la justicia en forma colectiva.
En tiempos antiguos, los hebreos no creían en una vida de ultratumba, y por lo tanto tampoco en premios o castigos después de la muerte. Estos conceptos se presentan por primera vez en Macabeos y en el Libro de Sabiduría. Si bien los fallecidos gozan en el Sheol de una especie de "semivida", en el Infierno de los antiguos judíos no se discriminaba a los buenos de los malos. Dios, por lo tanto, manifiesta su justicia en este mundo.
Por otra parte, la convicción de que la deidad ejerce la justicia sobre toda la comunidad deriva naturalmente de la estructura social de clanes que dominaba la vida de los judíos primitivos. También reside aquí la fuerte solidaridad que aglutina a los judíos (sufren juntos las penas y disfrutan juntos la bonanza). Todos los libros sagrados obedecen a esta filosofía, que es muy visible en el Deuteronomio, en Josué, en Jueces, Samuel y en I Reyes. Recién en Ezequiel aparece entre los israelitas el concepto de responsabilidades, premios y castigos individuales.
El problema, pues, se convierte en insoluble desde el punto de vista de Job. No está sufriendo por los pecados de los antepasados (una forma primitiva de pecado original) ni por los de sus amigos y vecinos. El diálogo con sus consoladores tiende a ignorar incluso la intervención demoníaca en sus penas.
El teólogo judío antiguo trató de justificar los inexplicables sufrimientos de Job a través de algún pecado ya olvidado o de faltas ocultas y nunca relatadas en el libro. Desde un punto de vista más moderno, se retorna a la acción maléfica del Diablo y al concepto del libre albedrío, condición necesaria para que se consume la alianza de Dios con Su pueblo. Si el Demonio no existiese, el Hombre no podría elegir entre el Bien y el Mal (que Job elige parcialmente al increpar a Dios por su dolor).
Por estas y otras complejidades, Job ha sido llamado "el libro más difícil del Antiguo Testamento".
[editar] Sentido religioso
Estas tesis y otras son puestas por los autores del libro en boca de los cuatro amigos que tratan de consolar a Job, pero este las descarta una a una. A pesar de que Job sale restaurado y transformado de su conflicto con Dios, el libro no ofrece sin embargo las respuestas a los enigmas que el lector espera, y esto está logrado con una técnica impecable: Dios no habla como Hombre, sino como Dios, por lo que la solución queda oculta dentro de la misma divinidad y, por lo tanto, totalmente inaccesible al ser humano, que no conoce los detalles del plan divino sino solamente su sentido general.
Sin embargo, hábilmente, el autor bíblico no destruye todas las esperanzas de llegar a la verdad: en el libro de Job la revelación es diferida pero nunca negada.
[editar] Género literario, estilo, elementos
El libro de Job es pura literatura didáctica, aunque esto no niegue la probabilidad de que el protagonista real haya podido existir y el escriba se haya inspirado en un relato verdadero.
Existen en el texto alusiones a sitios existentes en la realidad como El-Amarna y claros derivados de las tradiciones orientales ya mencionadas (que también se originan normalmente en hechos reales). Los elementos de verdad nunca pueden descartarse en la literatura bíblica de este período.
[editar] Relaciones con otros libros
Este libro está claramente relacionado con Proverbios y el Eclesiastés. Al leer primero Proverbios y después a Job, se ve que el primero transmite enseñanzas basadas en la pura observación empírica, mientras que el segundo contiene una grave reflexión que desconfía de las soluciones fáciles o de las verdades evidentes. El Eclesiastés es incluso más escéptico. El dolor y el sufrimiento como instrumentos de redención reaparecen en el Libro de Daniel (Daniel 12:1-3) y en Sabiduría 2:5.
La verdadera enseñanza del libro de Job es que se debe mantener la fe incluso en los momentos más penosos y en las circunstancias más injustas, porque eso es lo que Dios espera de nosotros. El autor bíblico no pudo profundizar más en la solución del problema porque no disponía de las teorías de premios y castigos en otra vida, que sólo llegarían más adelante.
Por otra parte, el Nuevo Testamento también responde a las angustiosas quejas de Job con dos versículos de San Pablo: Rm. 8:18 y Col. 1:24. En uno se afirma que los sufrimientos, por grandes que sean, palidecerán ante la gloria de la vida eterna y el otro dice que las penas del Hombre no son nada en comparación con los dolores que sufrió Cristo.
[editar] Véase también
Libro anterior: II Macabeos (Libros Históricos) |
Job (Libros Sapienciales) |
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