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La Llama Doble - Wikipedia, la enciclopedia libre

La Llama Doble

De Wikipedia, la enciclopedia libre

La llama doble. Amor y erotismo es un ensayo del escritor mexicano Octavio Paz que trata sobre el amor en Occidente, sus orígenes, su historia y los principales componentes que lo caracterizan. Fue publicado en 1993, tres años después de que su autor recibiera el Premio Nobel de Literatura y doce desde que Paz obtuviera el Premio Cervantes.

El título lo explica Paz en el Liminar:

Según el Diccionario de Autoridades la llama es "la parte más sutil del fuego, que se eleva y levanta a lo alto en figura piramidal". El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y éste, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida. Octavio Paz, La llama doble. Amor y erotismo

[editar] Índice

  1. Los reinos de Pan
  2. Eros y Psiquis
  3. Prehistoria del amor
  4. La dama y la santa
  5. Un sistema solar
  6. El lucero del alba
  7. La plaza y la alcoba
  8. Rodeos hacia una conclusión
  9. Repaso: la doble llama


[editar] Capítulo I : Los reinos de Pan

Este es un capítulo explicativo, que prepara el terreno para los diversos temas que se tratarán a lo largo del volumen. Octavio Paz explica su concepción del amor y lo relaciona directamente con lo que llama erotismo, al que considera su origen, y con el sexo, la raíz más profunda de ambos. La poesía es el “testimonio de los sentidos”, es la prueba que demuestra su existencia pero también es el lenguaje con el que se comunican. Al igual que también deben ser vistos como lenguaje del sentido es el erotismo y el sueño, expresiones profundas de nuestra percepción de la realidad, sentires extáticos de lo que vemos. “Abrazamos fantasmas”, dice el autor. En el abrazo erótico se abraza a un cuerpo, a una presencia física y de igual manera se abraza la imagen abstracta de lo que realmente representa para nosotros ese cuerpo en su esencia. Nosotros creamos esta imagen, al igual que en el sueño creamos un mundo, pues no es a quien vemos quien es sino quien creemos ver. O acaso simplemente abrazamos fantasmas ya que el cuerpo al que abrazamos se encuentra desposeído de todo control racional o es solamente un cuerpo. Rimbaud dijo: “Et j’ai vu quelquefois ce que l’homme a cru voir”, es decir que en estas sensaciones que traducen la vida de los sentimientos y su mensaje no sabemos cual es la realidad: si lo que percibimos por estos mismos sentidos, o lo que otros sentidos, sumados a la razón y a la pasión, a la naturaleza íntima nuestra nos hacen percibir. Aquí parece existir un mundo de las ideas y un mundo real. La diferencia, para alejarse de un concepto platónico arcaico es que no es necesariamente el mundo de las ideas el mejor. Sería necesario considerar que sin el mundo de la carne, el mundo de la mente sería imposible. Sin carne no hay mente pues los sentimientos basan su existencia en la comprensión de los mismos por la mente y en el sentir del cuerpo. El orgasmo es un momento en el vacío, es el puente en carne, tal como lo es la poesía entre el ver y el creer, entre la idea y su forma. La limitación de la forma es clara, la idea es demasiado compleja para ser abreviada en un objeto, en una simple forma definida. Cuando se idealiza la imagen de un ser es para romper esta barrera que nos negamos a aceptar aquella forma estrictamente definida por patrones y formas: es demasiado humana, mundana, y para amar se necesita algo supremo e inmortal. Si no fuera así no habría mucho sentido en el sentimiento amoroso.

Descartes menciona en su Discours de la méthode, que en la filosofía siempre se discute acerca de cualquier tema: nadie tiene la razón y cada quien interpreta a su gusto las ideas. La interpretación no es verosímil entonces. Aunque el filósofo francés vea esto como algo hasta nefasto, no debe serlo. Nuestras ideas son nuestra manera de alejarnos del mundo físico que nos atormenta siempre. Nuestra propia interpretación de un texto, de la vida, del amor, de una persona y la idealización de éste nos permiten la libertad. En una encrucijada de ilusiones debemos preguntarnos algo: ¿Qué es ser? Los amantes buscan quiénes son y quiénes son sus parejas. “La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje devastado por el insomnio”, es la manera de alcanzar nuestras pretensiones interpretativas, nos hace ver aquello que solo presentimos o intuimos, nos hace escuchar y sentir aquello que yace en donde en apariencia no existe nada, nos hace soñar y nacer en un paisaje yermo e insomne. Esto liga más a la poesía al erotismo. Al comienzo del capítulo se menciona que el erotismo es poética corporal y la poesía es erótica verbal. El erotismo es una metáfora, quiere alcanzar un propósito lejano como bien podrían serlo nuestras aspiraciones profundas. La poesía es una voz, un cantar corporal que escapa de las concepciones y de las reglas naturales, que viaja hacia un mundo onírico y surrealista (el sueño se presenta aquí). Aunque sea la poesía un texto o sea pronunciada oralmente y esté encadenada al ser humano en su carne, aunque sea llevada por el aire, por el viento, por los ojos, por el mundo, aunque la poesía sea humana y mundana, es también cosa de dioses no en su estado de texto sino en su esencia metafórica. Sin embargo, para seguir una cadena de contradicciones que no parecen lógicas, estos dioses son dioses humanos. No importa cuantas barreras haya, la poesía vuela libre. El erotismo, al ser poesía, lleva la misma idea. Es un acto carnal o quizá una conjunción de actos carnales que en un momento inesperado se sublima y ya no es solo erotismo sino orgasmo y vida, y se transforma en la nada absoluta en segundos, justo como un sueño. Su realidad, sus bases, su normalidad se encuentra atada a la tierra y a sus principios normales pero de manera increíble se separa del mundo, es la forma más fácil para todos de poesía. En esta realidad se ata el lirismo a su existencia terrenal: las palabras. El erotismo y el sueño son “sentimientos” o manifestaciones de estos y su oposición con lo simplemente mundano pareciera no permitirles expresarse en un lenguaje oral. No obstante, las palabras, tan solo eso, palabras, ruidos, sonoridades, logran volar lejos de la boca y cuerdas vocales que las pronunciaran y se pierden majestuosamente como ideas. Un poema es la imagen creada por las palabras, no son ellas mismas, que sueltas no tendrían mucha belleza, sino una conjunción que puede motivar el interior de alguien, palabras unidas de forma que creen sentimientos. La naturaleza de Es claro en este punto del libro, ya se hace una distinción entre los tres puntos base del libro: la sexualidad, el erotismo y el amor. El erotismo nuevamente, es la sublimación de la sexualidad. Rechaza todo lo que representa el objetivo natural de las relaciones físicas entre seres y se basa en la idea misma. La sensación, el sentimiento importa más que la simple unión. Cada quien se place a sí mismo. Es una búsqueda de libertad, una forma de inmortalidad momentánea. La unión erotismo-poesía continúa en el texto. Así como el erotismo rechaza sus límites naturales exigidos y su función en el mundo como lo es la reproducción, el lenguaje se aleja de su deber de comunicación para darse forma a sí mismo. El lenguaje es una creación del hombre. El erotismo en cierto punto lo es también. Funcionan de la misma manera y son los reflejos más claros del ser humano. Son anomalías, singularidades de una singularidad (este tema será tratado con más detalle en el capítulo Un sistema solar en adelante).

Por medio de esta introducción llegamos al tema principal: el amor. El amor es aún más poético que el erotismo, el amor es poesía más pura. Es, diría yo, la naturaleza de la poesía. Todavía podríamos pensar entonces que el amor y el erotismo son uno solo, mas si razonamos un momento, descubrimos que son muchas las diferencias, y son más estas diferencias entre el amor y el sexo puro. Las tres partes están ligadas desde la base. El sexo “es la fuente primordial” del erotismo y de su consecuencia: el amor. Aunque se puedan confundir los tres, por ser manifestaciones de la vida y del sentir humano, las partes tienen fuerzas o calibres diferentes. La función de la relación sexual pura entre cualquier macho y hembra es la reproducción. La reproducción es la causa del erotismo y el erotismo, a su vez, es la causa del amor. Basta únicamente con mirar nuestras diferencias con los otros animales en el momento de la cópula para mostrar lo singular del ser humano. Primero por los que nos son más cercanos. Los demás primates y hasta los demás mamíferos, se reproducen de modo contrario a nosotros: la hembra se posiciona de manera a dar la espalda al macho. Los seres humanos se ubican frente a frente, macho contra hembra, dándose la cara. Somos una excepción en la regla. Y eso, ¿por qué? Al ser el ser humano un ser excepcional, único y diferente a los demás seres vivientes del planeta tierra sus características serán, en su mayoría, opuestas o, si no, por lo menos también excepcionales. No es solo eso. Nuestra inteligencia es aquello que nos hace verdaderamente únicos e inigualables. Sin ella no seríamos más que chimpancés. Nuestra inteligencia nos ha hecho separarnos, cada vez más, de las demás bestias y de sus costumbres: somos muy diferentes. Hay que abrir la ventana y ver las calles para encontrar cuán diferentes somos de ellas: nos desplazamos en aparatos o sobre lomos de animales, usamos vestimentas, vivimos en hogares que construimos, socializamos de manera diferente a otras sociedades en el reino viviente… En fin. Son innumerables las variaciones de nuestro modo de vivir en comparación a lo que debíamos ser hace un par o dos pares de millones de años. Pese a todo, existe algo que no ha cambiado, y que está tan arraigado en nuestra existencia que de solo pensar que no fuese más parte de nuestras vidas sería descabellado. ¿Por qué en este siglo, con los progresos científicos que hemos hecho, con las prevenciones de embarazos, seguimos teniendo hijos? Seguimos con afán de reproducirnos por el amor. Obviamente podemos decir que el instinto algo tiene que ver, pero no es la parte primordial en el objetivo de la reproducción. El amor nos obliga a buscar un estado en el cual estaremos completos, en el cual no nos falte nada. Cuando acudimos al erotismo y nos acoplamos con el ser amado sentimos eso de cierta manera, sentimos que nos llenamos, pero el deseo profundo de perpetuar aquel sentimiento, tan corto, en algo mayor y más sublime, nos hace pensar en un acto reproductivo. ¡Qué más satisfactorio para dos seres, que dar la mitad de uno y la mitad del otro para realizar una obra indescriptible! Sin el amor, en esta época, si buscamos el puro placer, precisaríamos de métodos anticonceptivos y de varios cuidados. Nada más. Los hombres necesitan el sexo, que como Paz dice, es ambiguo, peligroso y necesario a la sociedad. En los seres humanos el sexo es desenfrenado y si fuese por nosotros mismos, nos mantendríamos todo el tiempo en violentos torbellinos sexuales sin control: bacanales perennes. Aunque parezca exagerado, fue aquel comportamiento desenfrenado de las culturas griega y romana y de las otras muchísimo más antiguas, el que creó el erotismo y las reglas de comportamiento con respecto al impulso sexual. El sexo como tal, nos comenta el autor, es peligroso pues es bestial, es salvaje y no respeta a nadie. Puede ser la causa de un desenfreno y pérdida de toda una sociedad, puede ocasionar violaciones, arrebatos, violencia, locura y obsesión. Necesita un control. El temor más grande que tiene Paz es la destrucción de la familia, puesto que la sociedad humana, tal y como la conocemos hoy, la toma por núcleo. Si la familia es destruida, entonces toda la sociedad se viene abajo. El sexo puede fácilmente destruir la familia, siendo un simple impulso que riega la semilla del hombre por doquier sin ningún control. Existen dos principales curas para esta locura de instintos. La primera es la regulación social, como el matrimonio católico y demás tabúes religiosos, creada por los hombres, o más aún, creada por sus líderes. Estas reglas permiten una limitación de la locura sexual logrando parejas estables y una familia. Entran en esta categoría también los temores patológicos al sexo y el celibato de los portavoces de la moral católica. De las curas, lo que Paz llama el “erotismo” es la segunda: es parcial y trata los ataques de la sexualidad sin límites. ¿Por qué parcial? Porque su propia existencia contradice la naturaleza de la relación sexual. El erotismo tiene por objetivo propio el placer—es cierto que el sexo conlleva placer, pero es este un engaño a la mente—poniendo entre paréntesis la reproducción. Este acto, la “sublimación” del sexo, salva a la sociedad—según se lee en la página 17 del ensayo en la edición de Seix Barral—de la destrucción, empero causa asimismo una destrucción diferente, no por jerarquías y tropiezos sociales, sino por una sacudida biológica: la desaparición de nuevas generaciones. Está claro que estas dos conclusiones podrían parecer meras exageraciones apocalípticas de cataclismos poco probables. Por más ilógicas y absurdas que parezcan, son posibilidades que no pueden descartarse. En épocas del amor cortés, o durante el dominio imperial romano, tal realidad u opción era absurda pues, por más que se intentase una esterilidad permanente, los progresos tecnológicos no bastaban para tal propósito. Igualmente pasaría con sociedades de yoga, donde cada hombre intentaría obtener puro placer para alzarse al plano divino: nunca serían muchos los adeptos que lo lograsen. Ahora es diferente. Por ser nosotros seres de naturaleza inquisitiva, hemos alcanzado un nivel en el cual podemos permitirnos la abstinencia de reproducción. El erotismo es libre de proliferar entre una nueva sociedad de este tipo ya que las barreras que impedían antes su evolución han desaparecido. Nuevamente entre tantos que ya han venido, llega a nuestra mente un porqué más. ¿Por qué, entonces, seguimos reproduciéndonos? La respuesta puede no ser satisfactoria: el amor nos ha impedido llegar al punto en que queramos olvidarnos de la función reproductiva. El amor es una creación, estrechamente ligada al sexo y más al erotismo, que nos obliga, por perpetuación de la imagen de ser amado, a reproducirnos. Algo interesante es la diferenciación del sexo y el erotismo gracias a la magnitud de cada uno: el sexo es uno solo y absoluto, el erotismo, por su lado, se encuentra en diversas formas, dividido y la posibilidad de que la abstinencia (“castidad”) o la licencia sean igualmente absolutas, es remota. Las dos facetas eróticas conviven y he aquí que se nos presentan las reglas básicas del erotismo que, luego veremos, son las mismas del amor. Para los sadomasoquistas, es necesario doblegar a su víctima, que se transforma en un objeto, pero este dominio exige, para el propio placer del dominante, una libertad y un sentimiento por parte de la víctima: es una relación de dependencia y dominio al mismo tiempo. La dualidad siempre presente. El sexo es comparado a Pan, dios griego, con cuerpo mitad de cabra y mitad de hombre que posee el apetito sexual de la bestia que compone su cuerpo de la cintura para abajo. Considerado por los Olímpicos como deforme e inferior. Es un dios de la música en cierto sentido (es considerado el inventor mítico del syrinx, siringa o flauta de Pan), mas sobre todo, es el morador y señor de los bosques y selvas (se cree que los dioses Silvaticus y Faunus son el mismo Pan), y es tan peligroso por su dualidad como su morada: crea y destruye por igual. De esta forma, fue fecundo en producción musical—creación—como aterrador y huraño, al dar su nombre origen a la palabra pánico (en el mito Pan espanta a quienes se adentran en el bosque).

La parte final del capítulo Los reinos de Pan hace alusión a la relación del erotismo con lo sagrado y lo profano. Se dice que el erotismo es muerte y vida—por lo mencionado antes—y se explican las razones de su existir para aquellos que lo utilizan como medio antirreligioso y aquellos que lo usan como vehículo o acto sacro. Los taoístas, los yoguis y algunos miembros de sectas “en las que la carne y el sexo son caminos hacia la divinidad”. Muchos afirmarían que para alcanzar un estado similar [de divinidad] se debe hacer a un lado lo mundano y más específicamente, lo carnal. Aun si cualquiera de estos inmortales [personajes principales del poema] se encuentra desprovisto de un “sexo” definido, este estado, posiblemente no fue eterno en el pasado, si se examina desde el punto de vista de la vida transitoria. El Código Da Vinci, de Dan Brown hace un punto claro sobre esto. En una parte de esta obra se habla de un estado parecido, alcanzado contrariamente a lo que podría ser pensado comúnmente: no por la distancia con respecto al erotismo, sino por un contacto directo. El erotismo no es visto como una forma de placer solamente, sino más bien como una manera de alcanzar el punto más alto espiritual o mentalmente. El orgasmo es “un instante de clímax en que la mente del hombre queda totalmente en blanco y ve a Dios”. Esta es una visión de la comunión entre el hombre y la mujer, que encontramos en creencias primarias de muchas culturas, (por ejemplo la judía y la egipcia). “El orgasmo desde el punto de vista fisiológico, es un momento de blanco mental, de clarividencia en el que puede adivinarse a Dios”. Aún más, es dicho que algunos gurús que alcanzaban el Nirvana por meditación profunda, describían al mundo divino como “un orgasmo sin fin”. La ceremonia de “ίερος γαμος”, o Hieros Gamos (el matrimonio o la unión sagrada), es la unión sexual de un hombre y una mujer para honrar el poder reproductor de la mujer y alcanzar a Dios, un acto espiritual pero no sexual, una forma de obtener conocimiento de lo divino, lo inmortal. El sicoanalista Carl Gustav Jung realizó varios estudios sobre Paracelso, célebre alquimista y científico, que tocan el mismo tema de cierta manera. No hay que ver la alquimia como el simple hecho de transformar los metales innobles en oro, sino como la noción de transitoriedad de todas las cosas en la vida, un pensamiento que va desde el mundo espiritual (budismo), hasta la física (Lavoisier dijo alguna vez refiriéndose a las transformaciones en las reacciones químicas: “rien ne se perd, rien ne se crée, tout se transforme”). En Paracelso, y el análisis que Jung hace de su trabajo, vuelve la idea del Hieros Gamos, de la unión de partes para ascender a un nivel superior:

"La alquimia contenía ya desde los más antiguos tiempos una doctrina secreta, o directamente lo era. Las concepciones paganas no desaparecieron de ningún modo por la historia del cristianismo bajo Constantino: continuaron vivas en la curiosa terminología arcana y en la filosofía de la alquimia. Su principal figura es Hermes, es decir, Mercurio, en su notable doble significado de mercurio y alma del mundo, acompañado por el sol (el oro) y la luna (la plata). La operación alquímica consiste esencialmente en una separación de la ‘prima materia’, del llamado Caos, en lo activo, es decir, el alma, y lo pasivo, el llamado cuerpo; los cuales volverán a reunirse personificados en una figura, en la llamada ‘coniunctio’, la ‘boda química’; la ‘coniunctio’ es alegorizada como Hieros Gamos, como boda ritual del sol y la luna. De esta unión surge el llamado ‘filius sapientae’ o ‘philosophorum’, ‘Mercurius’ transformado, que como signo de su acabada perfección era pensado como hermafrodita. El ‘opus alchymicum’, a pesar de su aspecto químico, siempre fue pensado como una especie de acción ritual, entendida en el sentido de un ‘opus divinum’; por eso pudo ser presentada por Melchior Cibinensis, al comienzo del siglo XVI, como una misa, ya que mucho antes el ‘filius’ o ‘lapis philosophorum’, había sido concebido como ‘allegoria Christi’. Y es en virtud de esta tradición como se entienden muchas cosas de Paracelso que de otro modo serían incomprensibles”.

Aunque muchas partes de este texto son poco relevantes para el tema tratado, hay sin embargo una buena cantidad de cosas que sería interesante sacar a la luz. El Hieros Gamos, otra vez nombrado acá, es la unión entre dos fuerzas para lograr una sublimación, una elevación que termina en la creación de un espíritu nuevo, de una mente perfecta, una deidad inmortal.

El Hieros Gamos es uno de muchos rituales eróticos que plantean una cercanía a lo divino, una intuición de lo divino. En todos estos casos, la reproducción se olvida y es deseado alcanzar un estado supraconsciente y extrasensorial por medio de una relación erótica. El coitus interruptus es un buen ejemplo de la importancia de la supremacía del erotismo en la relación sexual en sectas y grupos que buscan una iluminación a través del orgasmo.

Se hace la distinción en casos de búsqueda de libertad, la castidad como separación de la prisión corporal para los platónicos o la búsqueda de puro placer y la separación de la idea reproductiva como una tentativa de liberación personal, una forma de alejarse del mundo grosero y regularizado en el cual está atrapado.

Durante varias páginas se diferencia metódicamente entre castos y libertinos e intenta mostrar en qué Sade y sus seguidores se equivocaban y como su filosofía se auto-contradecía… En fin, creo que lo más valioso de la parte final de este capítulo es la definición del erotismo como dual, haciendo referencia al dios Eros, que tiene que ver también más con el amor en sí. Es luz y oscuridad. Presenta, al igual que la sexualidad, un doble ser que unifica dos principios totalmente opuestos en sus bases que después de todo llegan a ser compatibles por ser concepciones planteadas en el mismo plano y se organizan de manera lógica exactamente por ser opuestos naturales: los dos conciernen una descripción de la misma realidad en diferentes visiones. Así, se habla de una comunicación de sentidos, en la cual la parte racional del elemento se encuentra en perfecta conjunción con su naturaleza sensual o sensorial. Varios ejemplos dados ilustran la tesis. Eros, dios griego del amor, comparado a Lucifer en lo que respecta a su dualidad o ambigüedad, para la tradición filosófica es la unión entre los dos opuestos ya mencionados: oscuridad y luz, materia y esencia (espíritu) o posiblemente mente, sexo (lo carnal) e idea (lo espiritual, animado o mental), el aquí y el allá (una unión de varios planos de raciocinios). Los filósofos sádicos son representantes del mundo erótico (referente a Eros) en lo que respecta a su mitad obscura y “muerta” o mejor, marchita. La razón del método, método de la razón o como quiera llamársele a esa actitud prolija y explicativa, pesada que llevan las obras de Sade y sus seguidores. La otra mitad, es la parte sensual, olvidada por estos platónicos pensadores que solo se fijan en la práctica y la exaltación del Ser, y retomada por los verdaderos artistas, poetas y novelistas por ejemplo, más precisamente los románticos, quienes basan sus pensamientos y creaciones en lo sensible del erotismo y otras esencias. De este modo, aquellos que han logrado dominar y mezclar ambas facetas de la realidad, son quienes deben ser tenidos en cuenta para ver una idealización del estudio erótico (esta vez referente al erotismo) y amoroso.

Paz dice, finalmente: “Si queremos conocer la faz luminosa del erotismo, su radiante aprobación de la vida, basta con mirar por un instante una de esas figurillas de fertilidad del neolítico: el tallo de arbusto joven, la redondez de las caderas, las manos que oprimen unos senos frutales, la sonrisa extática.” El saber del primitivismo es aquel conocimiento y comprensión de la totalidad de fenómenos ocurrentes en el universo sin una necesidad de estudio profundo. En un estado primitivo, el ser humano, al ser nuevo en el mundo y diferente de todos, pudo haber sido privilegiado con un precioso regalo: la comprensión. Resulta curiosa la creencia en una Edad de Oro, un pasado magnífico en el cual vivíamos en armonía con todo y con todos y en el cual las artes, la belleza y la ciencia eran de claridad y avance increíbles. Es un pasado en el que tenemos total juicio y comprensión sobre el mundo que nos rodea por la simple idea de no saber nada. He aquí en este fragmento que he citado esta idea, reforzada por la no-marginalización del erotismo, como un lado positivo en el cual defiende la vida y protege la sociedad, limitando la opción de procreación y sin embargo, no destruyéndola y alienándola del contexto erótico. Respeto a la fertilidad y a la vida. Octavio Paz justifica literalmente mi teoría: “el regreso al Gran Todo es el descenso al fondo”. El Gran Todo al que se refiere aquí es el vacío orgásmico, el Nirvana ya mencionado, un estado primitivo de comunión universal.

En conclusión, el primer capítulo de La llama doble nos presenta el tema que abordarán los siguientes hasta hacerlo evolucionar, desde las raíces de la mera sexualidad hasta las ramas que se extienden del erotismo al amor. Aprendemos las bases del sexo, su dualidad, su furia, su comparación con Pan, las del erotismo, de igual dualidad, y se nos presenta una evolución lógica de la necesidad biológica, luego el instinto y por fin el sentimiento y su racionalización.

Texto en negrita= Capítulo II : Eros y Psiquis = capítulo II eros y psiquis 42r223r23r23r2 wuebs

Texto en negrita= Capítulo III : Prehistoria del amor =

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