Fiebre del Oro de California
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Se denominó Fiebre del Oro de California (en inglés Gold Rush) al periodo de inmigración en San Francisco, California, caracterizado por la gran cantidad de hombres que llegaban a esta ciudad en búsqueda de metal áureo.
[editar] Sus inicios
El 24 de enero de 1848, unos cuantos meses después de que Estados Unidos se había apropiado de estos territorios, en el rancho del general John Sutter, en Coloma, en las cercanías del Río Americano, James Marshall y sus hombres construían un molino de harina cuando encontraron pepitas de oro. El 15 de marzo siguiente el periódico The Californian publicó la noticia, disparando con ello la Fiebre del Oro de California en la cual más de medio millón de personas llegaron a esta ciudad intentando convertirse en ricos de la noche a la mañana gracias a este metal.
Fue tal la fama de la Fiebre de Oro de California que no sólo estadounidenses, sino también mexicanos y gente de lugares tan lejanos como Nueva Zelanda, Australia y otros países llegaban a California para convertirse en gambusinos.
[editar] Rutas de acceso
Para los estadounidenses que vivían en la costa este, Océano Atlántico, no era nada fácil cabalgar los miles de kilómetros que los separaban de San Francisco. Además el Río Gila era un obstáculo imposible de pasar. Debido a ello ellos tenían tres rutas para llegar a San Francisco:
- La primera era abordar un barco en Nueva York, o cualquier otro puerto de Estados Unidos, rumbo a Panamá. De ahí debían cabalgar el istmo hasta llegar al Océano Pacífico para abordar otro barco rumbo a San Francisco.
- La segunda ruta era abordar un barco en Nueva York, o cualquier otro puerto, y navegar hasta San Francisco. Era esta la ruta más cara y que llevaba más tiempo.
- La tecer ruta, la más barata y que llevaba menos tiempo de recorrido, era abordar un barco en Nueva York, o cualquier otro puerto de Estados Unidos, rumbo a Veracruz o Tampico, México, de ahí cabalgar hasta Mazatlán. Ahí los futuros gambusinos abordaban barcos que al cabo de cuatro a cinco semanas los llevaban hasta San Francisco.
