Condado de Barcelona
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El Condado de Barcelona fue el más importante de una serie de condados que los reyes francos tenían en la Península Ibérica y que formaban la denominada Marca Hispánica.
Los árabes dominaban dicha comarca, pero a fines del siglo VIII, los Carolingios intervinieron en el noreste peninsular con el apoyo de la población autóctona de las montañas. La dominación franca se hizo efectiva tras la conquista de Gerona (785) y principalmente, cuando en el año 801 la ciudad de Barcelona fue conquistada por el Rey de Aquitania Luis el Piadoso (o Ludovico Pío) y es incorporada al reino franco, estableciéndose en ella el Condado de Barcelona, con dependencia del rey franco. El territorio ganado a los musulmanes pasó a ser denominado Marca Hispánica, territorio integrado por condados peninsulares dependientes de los monarcas Carolingios.
Inicialmente, la autoridad condal recayó en la aristocracia local, tribal o visigoda, pero la actitud independentista que inmediatamente mostró ésta obligó a los Carolingios a sustituirlos por condes de origen franco. Pese a todo, los lazos de dependencia de los condados catalanes con respecto a la monarquía franca se fueron debilitando. La autonomía se consolidó al afirmarse los derechos de herencia entre las familias condales. Esta tendencia fue acompañada de un proceso de unificación de los condados hasta formar entidades políticas más amplias. El conde Wifredo el Velloso, último conde nombrado por los reyes francos, representó esta orientación. Consiguió reunir bajo su mando una serie de condados y transmitirlos en herencia a sus hijos. A su muerte en 897 la unidad se rompió, pero el núcleo formado por los condados de Barcelona, Gerona y Vic se mantuvo indiviso.
Durante el siglo X, los condes de Barcelona reforzaron su autoridad política y se fueron alejando poco a poco de la influencia franca. En el 985 Barcelona, entonces gobernada por el conde Borrell II, es atacada e incendiada por los musulmanes. El conde se refugia entonces en las montañas de Montserrat, en espera de la ayuda del rey franco, pero no aparecen las tropas aliadas, lo que genera un gran malestar. En el año 988, en el reino franco termina la dinastía Carolingia y es sustituida por la dinastía Capeta. Borrel II es requerido para prestar juramento de fidelidad al nuevo rey franco, pero no consta que el conde barcelonés acudiese a la llamada, pues el rey franco tuvo que acudir al norte a resolver un conflicto. Esto ha sido interpretado como el punto de partida de la independencia de hecho de Cataluña, que aún ni existía como tal.
Posteriormente, el Condado de Barcelona va creciendo en importancia y en territorio con los sucesivos condes. Va absorbiendo otros condados de la Marca Hispánica y se expande hacia el sur gracias a las batallas contra los árabes. Ramón Berenguer III se casa con Dulcia de Provenza, por lo que parte de ese condado se une al de Barcelona. Otro matrimonio, el de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón une el Condado de Barcelona y el Reino de Aragón bajo la denominación de Corona de Aragón. El hijo de ambos, Alfonso II, fue el primer rey de Aragón que a su vez fue Conde de Barcelona, títulos que heredarán a partir de entonces todos los reyes de la Corona de Aragón. A pesar de todo, los condados poseerán, dentro de la corona, cierta independencia en algunos asuntos.
En 1258 Jaime I de Aragón, con el Tratado de Corbeil, se independiza el Condado de Barcelona de la influencia franca.
Los fueros del condado de Barcelona se mantuvieron intactos hasta que se abolieron en el 1714 con los Decretos de Nueva Planta, aduciéndose para ello el derecho de conquista tras la Guerra de Sucesión española. Desde entonces y hasta la llegada de la democracia se rigió por las leyes castellanas.
Véase también: Lista de condes de Barcelona.