Concilio de Jerusalén
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El concilio de Jerusalén fue el primer concilio de la Iglesia cristiana. En el se estudió, tras la misión propagadora del Evangelio llevada a cabo por el apóstol Pablo de Tarso entre los no judíos, si se llevaba la Buena Nueva a los gentiles. Se produjo en la ciudad de Jerusalen.
Este concilio fue presidido por Pedro y se sabe que Santiago también participó. Parece ser que había tres tendencias divergentes en el Concilio y que llegaron a un acuerdo común al finalizar el mismo. La tendencia más conservadora, liderada por Santiago, que pedía que los conversos siguieran las normas judías al pie de la letra y por tanto tendrían que circuncidarse antes de poder ser bautizados; la tendencia más radical, liderada por Pablo, que solicitaba que los conversos no judíos fueran exentos de seguir las normas judías; y la tendencia central o mediadora, liderada por Pedro.