Caridad (virtud)
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La caridad es una de las virtudes teologales.
De acuerdo con el catecismo de la Iglesia católica (1822), "la caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios".
Menciona San Agustín que la culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin y para conseguirlo, corremos, hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos (S. Agustín, ep.Jo. 10, 4).
La caridad se hace humana cuando Jesús dá su mandamiento nuevo a los apóstoles y discípulos: Amense unos a otros cómo yo los he amado (Jn 15, 12).
Toma en cuenta para llevar a cabo la acción de ese amor, el guardar los mandamientos de la ley de Dios, o 10 mandamientos. (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8_10).
Dios se coloca como único y perfecto ejemplo de amor, que salva a los que todavía no creen en él, que muere por quienes son todavía sus enemigos: (Rm 5, 10; Mt 5, 44;).
San Pablo habla del amor de Dios y nos deja ver cómo es la caridad, "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta" (1 Co 13, 4-8). Y termina, "la caridad no dejará de existir".
La caridad es la virtud teólogal más importante, y es superior a cualquier otra virtud. (1 Co 13,13).
Para San Basilio, la condición de hijos del Padre era adquirida cuando entendida como la búsqueda del bien: "O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda... y entonces estamos en la disposición de hijos" (S. Basilio, reg. fus. prol. 3).