Batalla de Manzikert
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Batalla de Manzikert | |
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Parte de: Guerras entre el Imperio Bizantino y los turcos selyúcidas del Sultanato de Rüm | |
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Fecha: 26 de agosto de 1071 | |
Lugar: Manzikert, Turquía | |
Resultado: Victoria selyúcida | |
Beligerantes | |
Bizantinos | Turcos (selyúcidas) |
Comandantes | |
Romano IV | Alp Arslan |
Soldados | |
40.000 - 200.000 | 54.000 - 150.000 |
Bajas | |
cerca de 2.000 | sin datos |
Plantilla:Campaña/no hay datos |
La batalla de Manzikert tiene lugar el 26 de agosto de 1071, en donde los turcos selyúcidas derrotaron absolutamente a las tropas bizantinas del basileus Romano IV Diógenes. Supuso el comienzo de la caída del Imperio Bizantino al abrir las puertas de Anatolia al empuje turco y la repoblación de numerosas zonas de Asia Menor.
[editar] Antecedentes
Con la pérdida de Siria y Egipto, desde el siglo VII el Imperio Bizantino estaba reducido esencialmente a dos regiones: los Balcanes y Anatolia (o Asia Menor), siendo esta última el principal granero y zona de reclutamiento del ejército bizantino. Durante la época de Basilio II se había consolidado el dominio en estas dos áreas, estableciéndose una frontera oriental con el mundo musulmán que iba desde Antioquía hasta Armenia. La defensa de esta frontera estaba encargada a hombres libres reclutados en la región.
Con la crisis que siguió al fin de la dinastía macedonia, se produjo un enfrentamiento entre dos bandos, el de los militares y el de los funcionarios civiles. La llegada al trono de uno de éstos, provocó la reducción en el número de efectivos y el desmantelamiento de parte de las defensas de la frontera este, que quedó abierta a las incursiones de los turcos selyúcidas, comandados por Alp Arslan, que conquistaron Armenia.
La subida al trono de Romano IV Diógenes, un militar, llevó a la organización de un ejército de 70.000 hombres para reconquistar el terreno perdido ante los turcos.
[editar] La batalla
Sólo la mitad del ejército bizantino estaba formado por soldados del país. El resto eran mercenarios turcos o normandos. De los soldados bizantinos, una parte estaba al mando de Andrónico Ducas, perteneciente a una familia rival al emperador. En cuanto a la guardia varega, se quedó en Constantinopla, no interviniendo en la batalla.
Tras atravesar Anatolia y asegurar algunos fuertes por el camino, Romano envió al destacamento turco de avanzadilla mientras él seguía hacia Manzikert. No se sabe qué fue de los mercenarios turcos, si fueron atacados o simplemente desertaron, pero no se volvió a saber de ellos.
En esta época existían fuertes tensiones en el Imperio Bizantino entre el partido militar y el civil, tensiones que se manifestaron en la falta de cohesión del ejército principal del imperio al intentar recuperar la ciudad de Manzikert.
El contingente principal fue acosado continuamente por los turcos selyúcidas utilizando una magistral táctica «de tenaza», lo que obligó al basileus a presentar lucha abierta el 26 de agosto de 1071. Durante la batalla, en la que Romano comandaba la vanguardia, los mercenarios normandos decidieron no intervenir, mientras que la retaguardia, dirigida por Andrónico Ducas, se dio a la fuga y volvió a Bizancio a apoyar los intereses de este último.
La derrota fue total y el emperador fue rodeado y capturado por los selyúcidas.
[editar] Consecuencias
En un principio, las consecuencias de la derrota de Manzikert no fueron dramáticas. El emperador derrotado convino con el sultán Alp Arslan un rescate, un tributo y la cesión de algunas plazas, con lo que le dejó en libertad.
Sin embargo, a su vuelta Romano IV se encontró con que había sido depuesto. Fue apresado por los Ducas, cegado, torturado y abandonado a su suerte. El nuevo basileus no quiso cumplir los compromisos del emperador depuesto, por lo que los selyúcidas se consideraron libres del tratado.
A partir de 1073 los selyúcidas comenzaron a invadir Anatolia, ya sin oposición. En pocos años habían formado un nuevo sultanato llamado de Rüm, esto es, de Roma (Bizancio) en pleno centro de la península. Los bizantinos sólo pudieron conservar parte de las costas. El Imperio Bizantino había perdido la mitad de su tierra cultivable y de sus recursos humanos, y la nueva frontera era absolutamente indefendible. Por ello, los cronistas bizantinos siempre se refirieron a la batalla de Manzikert como aquel día terrible.
Así, la gran potencia militar que había sido durante siglos el Imperio Bizantino pasó a la defensiva, constituyendo aún una fuerza significativa hasta la batalla de Miriokefalyon, un siglo más tarde, no pudiendo garantizar por más tiempo la contención de las fuerzas del Islam. De este modo se explica la petición formulada por el emperador Alejo Comneno al papa en 1095 para que le enviara mercenarios que le permitieran reconquistar el terreno perdido, lo que daría origen a la Primera Cruzada.