Rexurdimento

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Se denomina Rexurdimento (en castellano, renacimiento) al movimiento cultural que tuvo lugar en Galicia en el siglo XIX, con la pretensión de hacer renacer al gallego como lengua cultural y literaria. Es paralelo a la Renaixença catalana.

Al advenir el Romanticismo a la Península Ibérica se reaviva el espíritu regional y la identidad subjetiva de las naciones españolas. La consideración de las lenguas no oficiales cambia y se revalorizan, contra la horma universalista de la Ilustración, las tradiciones, lenguas y dialectos autóctonos. Chocan la lengua castellana, urbana y favorecida por la burguesía, y la lengua gallega, que se consideraba rural y campesina y se encontraba sin cultivo literario y sometida a una gran diglosia. Aparece una conciencia nacional y se reivindica el idioma gallego como distintivo de la personalidad de Galicia.

A partir de 1840 hay grupos de intelectuales que ven a Galicia como una región atrasada que hay que hacer avanzar, y se percibe que ello sólo será posible por medio de la asunción política de una conciencia nacional. El movimiento provincialista fue dirigido en la universidad de Santiago de Compostela sobre todo por Antolín Faraldo Asorey. En 1846 hay una revuelta contra el poder central, son los llamados mártires de Carral, donde se ve el despertar de la conciencia lingüística. Todos comparten la idea de Galicia como patria y publican en periódicos de la época como El Centinela de Galicia, La Aurora de Galicia, etc. Benito Viceto publica una Historia de Galicia (1865-1866) en seis volúmenes que narra de forma heroica las hazañas de Galicia. En este despertar son importantes obras como Proezas de Galicia de Fernández Neira; La gaita gallega, 1853, de Juan Manuel Pintos y actos como la fundación de los Juegos Florales de La Coruña (1861) o publicaciones como El álbum de la caridad o periódicos como O Tío Marcos da Portela, donde se publican fragmentos de novelas y de teatro en gallego.

Sin embargo el Rexurdimento empieza verdaderamente con la publicación del primer libro de Rosalía de Castro, Cantares Gallegos, en 1863. A partir de aquí, la supervivencia del rexurdimento gallego queda asegurada por la validez estética de la obra, escrita con el habla de la zona de Santiago, llena de castellanismos. En el prólogo, la autora dice que quiere probar que Galicia no es un pueblo de incultos. Seguirá la tarea de recuperar la esplendorosa tradición de poesía trovadoresca medieval gallega, las Cantigas: el primer cancionero impreso es Cancionero de la Vaticana, en 1875, al que le siguen Colocci Brancuti, en 1889, Cantigas de Alfonso X El Sabio, en 1889, Cancionero de Ajuda, en 1904.