Milenarismo
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Milenarismo, doctrina según la cual Cristo volverá para reinar sobre la Tierra durante mil años, antes del último combate contra el Mal, la condena del diablo a perder toda su influencia para la eternidad y el Juicio Universal. Tuvo influencia en la Iglesia del segundo siglo de la era cristiana, en la Edad Media y finalmente entre los protestantes.
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[editar] Origen
La visión religiosa en la que el tiempo camina linealmente y llega a un "final" es antigua - aunque muchos pueblos creyeron y creen en el tiempo cíclico. Los antiguos egipcios, los pueblos mesopotámicos, los indoiranios, los judíos anteriores al exilio en Babilonia compartieron esa perspectiva fatalista de la temporalidad. Entre 1500 y 1200 adC., Zoroastro, en Persia, propone una nueva interpretación y un nuevo paradigma: al final de los tiempos llega un nuevo mundo, de paz y felicidad. Los hebreos adoptan esta visión, que inspira sus diversos apocalipsis y que cobra especial relevancia entre los grupos esenios de Qumram, y en especial entre los cristianos. Es la figura de Cristo y la perspectiva de un retorno para separar a los justos de los impíos lo que atrapa la imaginación del mundo occidental durante dos mil años. El nuevo advenimiento de Cristo y el Juicio Universal son dogma para la Iglesia, pero no lo es la perspectiva milenarista que los considere inminentes.
[editar] Apocalipsis
El milenarismo cristiano se basa en el libro del Apocalipsis ("revelación"), de San Juan, uno de los doce apóstoles de Jesucristo, que se calcula escrito hacia el año 90 dC. Específicamente, toma literalmente el capítulo 20 de este libro profético en el que se dice que el diablo permanecerá encarcelado en el abismo por mil años. Apocalipsis 20:4-5 dice que en ese tiempo, Cristo volverá y reinará junto a los mártires ("los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y de la Palabra de Dios") y aquellos "que no habían adorado a la bestia". El diablo será liberado "por un breve tiempo" al finalizar ese período. Levantará contra Cristo las naciones de Gog y Magog y marchará por toda la tierra hasta rodear el campamento de los santos. Entonces, caerá fuego del cielo y los consumirá. El diablo será arrojado a un estanque de azufre junto al "falso profeta" y "la Bestia". A continuación, ocurrirá el "Juicio de las Naciones" o Juicio Universal: todos los muertos resucitarán y comparecerán frente a Cristo, quien los juzgará "según sus acciones". Los que no estén en El Libro de la Vida serán arrojados también al estanque de fuego.(La Bestia no debe identificarse necesariamente con el diablo. Las referencias a ella en el Apocalisis son varias y es posible que aludieran al emperador romano, aunque la identificación con el demonio tampoco es caprichosa. En este capítulo, de hecho la Bestia yace junto al diablo en el fuego).
Estos pasajes, especialmente complejos, proporcionan sin embargo una fecha precisa, que la Iglesia se inclina hoy por interpretar simbólicamente como "un lapso muy prolongado". Los milenaristas calcularon esos mil años de distinta manera, pero siempre literalmente.
[editar] Polémica cristiana
La idea de un milenio bajo el reinado de Cristo en la Tierra formó parte importante de la teología de los tres primeros siglos del cristianismo. Desde el siglo II varios polemistas enfrentaron las tesis de los montanistas y otros creyentes que esperaban un rápido advenimiento del Milenio y refutaron a quienes querían hacer cálculos sobre cuándo llegaría esa edad, en la forma que posteriormente lo haría San Agustín, el autor de "La Ciudad de Dios", recordando que Cristo había tenido el cuidado de no favorecer fechas precisas sobre su segunda llegada cuando dijo: "En cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni los Ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre", en el llamado sermón escatológico del Evangelio de Mateo 24:36.
La forma en que interpretaban el milenio los Padres de la Iglesia Cerinto, Papías, Justino e Ireneo de Lyon se alejan de la concepción presentada en el libro de Apocalipsis.
Por ejemplo, leemos a Eusebio de Cesarea en Historia Eclesiástica III, 28: "Esta es la doctrina que enseñaba Cerinto: el reino de Cristo será terrenal. Y como amaba el cuerpo y era del todo carnal, imaginaba que iba a encontrar aquellas satisfacciones a las que anhelaba, las del vientre y del bajo vientre, es decir del comer, del beber, del matrimonio: en medio de fiestas, sacrificios e inmolaciones de víctimas sagradas, mediante lo cual intentó hacer más aceptables tales tesis".
La alusión al "falso mesías" en el Apocalipsis fue interpretada como señal de que antes del Juicio Final aparecerá un personaje así, también llamado Anticristo, lo que por otra parte es predicado por Jesús en el Evangelio de Mateo. Esto movió a identificar al falso mesías con diversos gobernantes y Papas. Para el reformador Martín Lutero, por ejemplo, el Anticristo era sin duda el Papa. A través de toda la Edad Media, escritores eclesiásticos intentaron interpretar el pasaje en el que San Juan menciona el milenio.
Pero pese a la condena oficial, aun en 1790, año en que el jesuita chileno Manuel Lacunza culminó en Imola su obra La venida del Mesías en gloria y majestad, persistía el milenarismo como una corriente marginal y esporádica en el seno de la Iglesia Católica. El libro de Lacunza, en todo caso, fue incluido en el Index Librorum Prohibitorum ( el listado de libros prohibidos por la Inquisición).
Con prescindencia del número mil, y por extensión, comenzó a llamarse milenaristas a los movimientos religiosos que ponen énfasis en el regreso de Cristo, la fundación de la Nueva Jerusalén (la ciudad de los justos) y el castigo a los pecadores.
[editar] Pervivencia del Milenarismo
En la Edad Media y la Edad Moderna algunos frailes se presentaron como profetas que anticipaban la nueva llegada del Salvador, con lo que el milenarismo se hizo mesiánico, sobre todo al aproximarse el fin del primer milenio histórico después del nacimiento de Cristo. La tendencia mesiánica atravesó la llegada del primer milenio. En el siglo XIV, Dolcino de Novara encabezó un movimiento llamado milenarista, del que él era su profeta. Ya en la Edad Moderna, el dominico Jerónimo Savonarola, antes de ser quemado en el hoguera en 1498, proclamó que anunciaba a Florencia la Nueva Jerusalén.
Así como la caída del Imperio Bizantino mereció interpretaciones milenaristas en ese siglo, también el descubrimiento de América movió a muchos espíritus a entender el acontecimiento como un signo de la llegada de los tiempos profetizados por San Juan. El monje dominicano Francisco de la Cruz, condenado a la hoguera en 1578, predicó el traslado del Papa a Lima, la Nueva Jerusalén; él mismo se llamó el "tercer David" y proclamó la espera de un "Tercer Testamento". En plena Era Moderna, muchos siguieron ocupándose de la interpretación del Apocalipsis. El propio Isaac Newton, el descubridor de la ley de gravedad, escribió sobre la antigua profecía e hizo cálculos acerca del cumplimiento de sus plazos.
En 1595, se publicaron las Profecías de San Malaquías, supuestamente datadas en el siglo XII, que han adquirido un carácter apocalíptico fijando una fecha aproximada del fin del mundo a través de una lista de Papas. Dado que esta profecía determina una fecha próxima para tal suceso (después del actual Papa, Benedicto XVI, quedarían, según las diferentes interpretaciones, sólo uno o dos sumos pontífices hasta el fin del mundo), han adquirido gran popularidad recientemente.
Las ideas del fin de los tiempos, de la Nueva Jerusalén y la de los elegidos que reinarán junto a Jesús fueron centrales en iglesias protestantes que se establecieron en Norteamérica. La sectarización de algunos de estos grupos, sobre todo en base a la idea de los elegidos, los aisló de sus comunidades y redujo su influencia. En cambio, otras iglesias milenaristas, como la de los anabaptistas, llegaron a ser populares.
Durante el siglo XX algunas iglesias evangélicas fundamentalistas articularon una visión milenarista, con una concepción sobre el Rapto para preservar a los creyentes antes de los acontecimientos finales y la proximidad del regreso de Cristo, revelada de acuerdo con sus interpretaciones, por el restablecimiento del estado de Israel.
[editar] Véase también
[editar] Para más información
- "El Cosmos, el caos y el mundo venidero." Norman Cohn. Crítica - Grijalbo Mondadori. Barcelona 1995.
- "De teólogos, pragmáticos y geopolíticos. Aproximación al globalismo norteamericano." José Luis Orozco. Gedisa-UNAM. Barcelona 2001.