Marco Atilio Régulo

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Varios notables de la República Romana fueron conocidos con este nombre. El más importante de ellos probablemente fue:

Marco Atilio Régulo (Muerto h. 250 adC) general y cónsul (por dos veces) durante el noveno año de la Primera Guerra Púnica (256 adC). Derrotó a los salentinos y capturó Brundisium (hoy Brindisi) durante su primer mandato consular en el 267 adC.

Uno de los comandantes de la expedición naval que destrozó a la flota cartaginesa en el Cabo Ecnomus, desembarcó con su ejército en territorio cartaginés. La invasión fue tan exitosa que el cónsul que le acompañaba, Lucio Manlio Vulso Longo, fue llamado de vuelta a Roma. Régulo permaneció en África para finalizar la guerra.

Tras infligir una sonada derrota a los cartagineses en la Batalla de Adys, cerca de Cartago, éstos se sintieron inclinados a firmar la paz. Pero los términos propuestos por Régulo resultaban tan duros que decidieron continuar luchando. Contrataron a un general mercenario griego, Jantipo, para sustituir al general Amílcar Barca. Reestructuró el ejército y, el año 255 adC, derrotó completamente a Régulo en los llanos del Bagradas. Hecho prisionero con 500 de sus hombres, permaneció en cautividad hasta el 250 adC, cuando fue enviado a Roma para negociar la paz o un intercambio de prisioneros tras la derrota cartaginesa en Panormus (Sicilia).

A su llegada urgió al Senado Romano para rechazar ambas propuestas, honrando su palabra al regresar después a Cartago, donde fue torturado hasta la muerte (Horacio, Odas, iii. 5). Esta historia convirtió a Régulo en prototipo de resistencia heroica, puesto de ejemplo para generaciones posteriores de romanos. Muchos historiadores dudan de su veracidad, al carecer de pruebas fidedignas (el mismo Polibio guarda silencio sobre la misma). Quizá se tratara de una historia inventada por analistas romanos para infundir moral a las tropas y alimentar el odio a Cartago, excusando así el cruel tratamiento de los prisioneros cartagineses.