Electroimán
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Tal como su nombre lo indica, un electroimán es un imán que funciona gracias a la electricidad. Se compone de un material ferromagnético denominado núcleo, alrededor del cual se ubica un cable conductor de forma espiral llamado solenoide.
El funcionamiento de este dispositivo se fundamenta en la ley de Ampere, de acuerdo a la cual, si se hace circular corriente eléctrica por un conductor, se creará un campo magnético a su alrededor. En el caso del electroimán, el campo generado fluirá por el núcleo ferromagnético (circuito magnético) en una misma dirección, e inducirá a las partículas del núcleo a alinearse en esta dirección, obteniéndose un imán.
El primer electroimán construido utilizaba una herradura de caballo como núcleo ferromagnético, y fue inventado por el inglés William Sturgeon, en el año 1825.
En su construcción suele utilizarse hierro como núcleo, y un conductor de cobre recubierto por material aislante, como barniz o plástico. La fuerza que ejerza el electroimán sobre algún objeto está directamente relacionada con la corriente que circule por el conductor, además del número de vueltas del mismo.
Sus aplicaciones son múltiples. El funcionamiento de los timbres domésticos, por ejemplo, ocurre gracias a electroimanes. Su ventaja sobre los imanes naturales está principalmente en proporcionar un campo magnético más intenso y de duración indefinida. Además, al poder controlarse la señal de corriente eléctrica aplicada, es posible adaptar el campo producido de acuerdo a las necesidades del caso.
La industria también ha sabido aprovechar estas cualidades. De hecho, en muchas de ellas se utilizan electroimanes en el traslado de chatarra. También son empleados en la construcción de motores.