Batalla de San Juan de Ulúa
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La Batalla de San Juan de Ulúa (1568), significó el desastroso final de campaña de una flotilla pirata inglesa compuesta por seis buques, que entre 1567 y 1568, violando sistemáticamente la tregua acordada por Felipe II de España e Isabel I de Inglaterra, se dedicó al asalto de pequeños puertos y buques mercantes españoles, la trata de esclavos negros y el comercio ilegal en las aguas de la América española.
La flota inglesa estaba mandada por dos famosos piratas y esclavistas, Francis Drake a bordo del Judith y su primo, John Hawkins a bordo del Minion, quienes tras cerca de un año de pillajes a lo largo de las costas Americanas, decidieron recalar en el puerto y fuerte de San Juan de Ulúa en México para acometer pequeñas reparaciones en sus embarcaciones así como adquirir víveres para la travesía de vuelta a Inglaterra, en 1568.
El infortunio sobrevino a los ingleses cuando una flota de escolta de la Armada Española, al mando de Don Francisco Luján recayó casualmente en ese mismo puerto mientras los ingleses estaban en pleno avituallamiento.
En un principio, los ingleses no temieron por su seguridad, ya que tras tomar varios rehenes españoles que habían confundido la flotilla inglesa con una esperada flota española, llegaron a un principio de acuerdo con el virrey Martín Enríquez. A partir de ese momento pensaron que la tregua entre ambas coronas tantas veces vulnerada por ellos durante el asalto a mercantes indefensos, sería en esta ocasión respetada por la flota de escolta española equipada con armamento pesado. Pero, desgraciadamente para Drake y Hawkins, Luján había sido informado de los desmanes cometidos por la flota inglesa, por lo cual, el encuentro que en un principio estuvo presidido por varios intentos de acuerdo desembocó finalmente en un fulminante ataque de los españoles sobre los piratas ingleses, resultando en 4 barcos ingleses hundidos y unos 500 marineros ingleses muertos, y la captura por parte de los españoles de las abundantes ganancias fruto de un año de saqueos, que hubieran debido acabar en Inglaterra. Casualmente, los dos barcos ingleses que consiguieron escapar al desastre fueron los mandados por Drake y Hawkins, quienes se dieron a la fuga inmediatamente mientras sus hombres se batían con la flota española, lo que fue interpretado por los marinos españoles como un flagrante acto de cobardía.
A pesar de conseguir la huida, ambos barcos estaban tan dañados que Drake y Hawkins no dudaron en abandonar a varios de sus hombres a su suerte en la costa sur de lo que hoy es Estados Unidos, para evitar problemas de sobrecarga durante la travesía del Océano Atlántico.
Drake llegó solo a Inglaterra en enero de 1569, e informó de la muerte de John Hawkins además de contar un fantasioso relato sobre el ataque español y el desastre de su flota. Para su sorpresa, un mes más tarde, John Hawkins llegaba a Inglaterra sano y salvo.
A raíz de este incidente, Francis Drake cobró un odio visceral hacia los españoles lo que lo precipitó a su legendaria carrera como pirata a sueldo de la reina de Inglaterra.