Epicureísmo
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El epicureísmo es un sistema filosófico enseñado por Epicuro de Samos, filósofo ateniense del siglo IV a.C. y seguido después por otros filósofos, llamados epicúreos.
Epicuro proponía una vida de continuo placer como clave para la felicidad, ese era el objetivo de sus enseñanzas morales. Este placer no debía de limitarse sólo al cuerpo, como preconizaba el hedonismo cirenaico, sino que debía ser también intelectual, ya que el hombre es un todo. Además, para Epicuro la presencia del placer o felicidad era un sinónimo de la ausencia de dolor, o de cualquier tipo de aflicción: el hambre, la tensión sexual, el aburrimiento, etc. Era un equilibrio perfecto entre la mente y el cuerpo que proporcionaba la serenidad, que ellos denominaban ataraxia.
La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien práctica. Buscaba sobre todo a procurar el sosiego necesario para una vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los dioses o la muerte quedaran definitivamente eliminados. Para ello se fundamentaba en una teoría del conocimiento empirista, en una física atomista inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito, y en una ética hedonista.
El hombre debía rechazar la enseñanza de miedos y supersticiones. No había motivo para temer a los dioses porque estos, si bien existen, no pueden relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por tanto ni su temor ni su rezo o veneración posee utilidad práctica. La muerte tampoco puede temerse, porque siendo nada, no puede ser algo para nosotros: mientras vivimos no está presente y cuando está presente nosotros no estamos ya. El dolor y el mal se evitan fácilmente porque ningún tormento dura demasiado y cuanto más intenso es menos dura.
El epicureísmo es una doctrina de un paganismo típicamente laico y mediterráneo y en este ámbito ganó gran número de seguidores que la consideraron una doctrina verdadera que solucionaba todos los problemas. Su escuela de pensamiento perduró largamente aun siete siglos tras la muerte de Epicuro; pero después fue casi relegada al olvido al advenir la Edad Media, periodo en el que se perdió o fue destruida la mayoría de los escritos de este filósofo griego a causa del rechazo que por sus ideas experimentó el Cristianismo, quien ni siquiera intentó adaptarlas a su sistema de creencias como por otra parte si intentó con el platonismo y el aristotelismo.
Lo que queda de la filosofía epicúrea está disponible a través de diversas fuentes:
- Tres cartas y varias máximas de Epicuro que Diógenes Laercio reproduce en el libro X de su obra.
- Un códice vaticano: el Gnomologium Vaticanum, descubierto en 1887 y que contiene 81 fragmentos breves.
- Una biblioteca de papiros carbonizados encontrados en una casa de Herculano que contiene algunos fragmentos del epicúreo Filodemo de Gadara y del propio Epicuro.
- Obras de sus discípulos Filodemo y Diógenes de Enoanda, y las alusiones de los escritos del escéptico Sexto Empírico a las ideas de Epicuro para rebatirlas o de Plutarco, Cicerón y Séneca para comentarlas.
- La exposición de la doctrina de Epicuro realizada en el largo poema didáctico De rerum natura del romano Lucrecio.